Busca reconciliar parejas… y no es ‘payasada’
El payaso “Trili” o “Lapicito” crea el “Show para mujeres decepcionadas” que puede ser fuerte, pero efectivo
Formado en el circo, la mitad de su vida ha sido payaso y lo seguirá siendo hasta el día que “cuelgue los tenis”, porque ese oficio histriónico le ha dado buenas experiencias y sobre todo libertad.
Bernabé Infante Saldaña, “El Payaso Trili” en el gremio farándulesco de eventos y fiestas, es originario de Reynosa y también se hace llamar “El Payasito Lapicito” cuando trabaja en las calles.
Empezó como “Trili” a los 14 años, cuando se enroló en un circo en San Luis Potosí y viajó por distintos lugares del norte del País.
Actualmente ameniza eventos de todo tipo donde divierte a la concurrencia con chistes, bromas, piruetas y trucos divertidos.
El tono que imprime al acto depende de la edad del público, cual actor satírico que se burla de lo solemne, de la cotidianidad, busca su complicidad y simpatía.
Divierte a niños, jóvenes y adultos, solteras, casadas, viudas y divorciadas, en fiestas infantiles, 15 Años, bodas y despedidas de soltera, sin faltar la reciente modalidad del “Show para mujeres decepcionadas”, con el objetivo de reconciliar a parejas separadas por circunstancias o la injerencia de terceras personas.
Los que contratan el show tienen que contar con la anuencia de ambos cónyuges, esposos, novios, amantes o lo que sean, porque ahí se dirán cosas muy fuertes que pueden tocar llagas, herir susceptibilidades. Pero que al final de cuentas terminan por limar asperezas entre la pareja por medio de la comicidad, el albur y las bromas subidas de tono.
“Casi siempre surte efecto. Hemos hecho que vuelva la vieja o el viejón. Juntamos al marido y a la mujer, como si fuera un pleito de casa o de celos para hacerlos reír. Ya cuando estamos finalizando el show los novios o los esposos que estaban peleando se abrazan y salen de la fiesta agarraditos de la mano”, asegura Trili, quien agrega: “ponga mi teléfono (8991-103906) del payaso ‘Trili’ para que me llamen y tenga más jale”.
El “Show para mujeres decepcionadas” tiene apenas siete meses presentándolo junto con otro colega; el payaso “Gregón”, su maestro en ese tipo de espectáculo, quien también le está enseñando a realizar “magia atómica”, pero esa es otra historia.
Dijo que en este show -de entre dos y cuatro horas- como en las otras fiestas sus ingresos se pueden incrementar, porque “si trabajamos machín y hacemos las cosas con ganas, también nos dan buenas propinas”.
A veces tiene una o dos fiestas por mes cuando la situación está regular, por eso en sus ratos libres se convierte en payaso ambulante. Berna cambia de identidad, se maquilla, se pone un sombrero de copa y con su indumentaria de colores, estrafalaria, llamativa, sale a las calles disfrazado de “Lapicito” para vender globos de figuras animadas.
PAYASO CALLEJERO
En la calle peatonal su principal objetivo son los niños. Utiliza sus dotes cómicas y pericia en la globoflexia para encandilarlos y que estos prácticamente obliguen a sus padres a comprarles los globos que elaborados con forma de animales u objetos.
Llega a ganar alrededor de 300 pesos por día, desde la mañana hasta las siete de la noche.
“Saco pa’ la botana y me voy a la una o dos de la tarde a la casa para comer con mi pareja. Regreso a trabajar y le llevo en la noche otros 150 pesos”. Son 12 horas de jornada diaria, con la pausa de la comida.
A pesar de no saber leer ni escribir gana más dinero que un obrero de maquiladora y tiene la libertad para decidir qué hacer con su tiempo.
“Soy mi propio jefe, nadie me dice qué tengo que hacer, ni cuóndo hacerlo, ni como hacerlo. Amo al payaso y nunca lo voy a dejar, es el que me esta sacando de apuros ahorita. Voy a ser payaso hasta el día que me muera.”, sentenció.
“Trili” ya formó un hogar en unión libre con una joven, quien acaba de dar a luz a una niña en el Valle de Texas.
Su cara maquillada, con nariz rosa y pómulos azules de payaso, irradiaba felicidad al hablar de la pequeña Aisly, su hija recién nacida.
Planea con su pareja Alejandra una “boda binacional”: casarse a medio puente internacional, porque ella es ciudadana estadounidense.
Se conocieron hace dos años, salieron a pasear, hubo química. “A ella le gusta que yo sea payaso”.
“Estamos juntados y queremos dar seriedad a nuestra relación”, dijo sin “payasadas”.
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