Ciudad de México
Es el nuevo niño consentido en la Selección Mexicana, el carismático chico que hurta reflectores y atiende innumerables peticiones de autógrafos o para posar en la selfie, pero eso no significa que pierda el piso ni olvide las jerarquías.
Carlos Acevedo luce como el heredero de la portería nacional, lo respalda con sus actuaciones. De cara a la Copa del Mundo que Norteamérica organizará en 2026 es cauto y no olvida que la competencia es feroz, sobre todo con Guillermo Ochoa, ese veterano que luce remasterizado en la Salernitana de Italia.
"Poder competir contra grandes arqueros, como Memo, Luis (Malagón) y Toño (Rodríguez), me pone muy feliz", afirma el guardameta del Santos Laguna. "Es una competencia interna sana y deportiva. Los comentarios que se generan aparte son de la afición, y también es parte del show... Hay que aguantarlo, pero me pone muy feliz que a todos nos vaya bien".
Nada le gustaría más que ser el portero titular en el próximo Mundial. A final de cuentas, la batalla luce centrada en Ochoa y él.
"Faltan muchos partidos, muchas cosas que vamos a vivir", sentencia. "Estoy muy contento de poder iniciar este proceso y sin duda mi objetivo va a ser finalizarlo, pero haciendo las cosas bien y siendo un líder positivo, que es lo que hoy necesitamos dentro y fuera del campo".