Zapopan, Jalisco
Nadie puede negar que el Guadalajara bajo las órdenes de Luis Fernando Tena ha mejorado, y mucho.
Es un equipo que suele tener orden, personalidad, sabe a qué juega y en algún momento puede hacer pensar a su afición en buenas cosas, o por lo menos meterse en busca de una clasificación.
Pero cuando se pone frente a pesos pesados, a los poderosos, a los matones, como los Tigres, es cuando se ve dónde está colocado verdaderamente el chiverío.
Y ahí no hay mucho qué hacer.
Contra los titulares del Rebaño, Gignac anotó un gol. A los suplentes les marcó otro, caminando los dos. Ahí se ve la diferencia.
Pretemporada, sí, pero así como se alabó a los tapatíos al derrotar al Atlas, ahora hay que reconocer que cuando enfrentaron a los Tigres, bajaron el nivel y las formas que habían mostrado en el primer duelo.
Y los regios, a la suya, a la de siempre; Ricardo Ferretti mandó de nueva cuenta a su cuadro titular de inicio, pero con un plus, con la incorporación de Leo Fernández, la joya que estaba escondida en Toluca y que al fin llegó a la cueva.
Destellos del uruguayo, suficientes para ponerle un gran servicio a Gignac para abrir el marcador (43’). Parece que tendrá cabida en el equipo, sin que nadie le haga mucha sombra.
En la segunda parte, el francés entró caminando al área de las Chivas, cuyos defensores se quedaron admirándolo; no vio oposición y anotó el segundo, muy fácilmente (53’).
Al minuto 70, Ricardo Ferretti comenzó a mover a sus hombres. Le dio descanso a Leo Fernández, quien se acalambró, sacó al mismísimo Nahuel, entre otros.
Pero ni así.
Las Chivas deben saber dónde están paradas, y estar conscientes de que ante pesos pesados poco podrán hacer. Los Tigres bailaron al Rebaño, se aprovecharon de él; sacaron el músculo y el Guadalajara bailó.