Cosalá, Sin.
Sin caminar demasiado, se encuentran bandejas, contenedores y hasta cilindros de gas entre la naturaleza. Algunos están dentro del agua, sobre todo en los lugares donde los ríos hacen curvas, y se huelen olores que no encajan con el ambiente.
Son utensilios para la fabricación de droga sintética, muchas veces arrastrados por las lluvias desde narcolaboratorios en lo alto de la sierra en Sinaloa.
Así los ha visto Mauro Aguirre Zazueta, medioambientalista que estudia la preservación de la flora y fauna que están en peligro en el serrano municipio de Cosalá.
"Sí afecta, porque manejan ácidos y son muy peligrosos; si los derramas en una planta, pues la planta no va a durar mucho tiempo viva, se van a secar", explicó.
Es la catástrofe ecológica del narco. Con una epidemia de adictos a opioides en Estados Unidos, la producción de drogas sintéticas en México ha ido a la alza en una manera que nunca se había visto.
Mientras el impacto a la salud por drogas ilícitas ha sido bien cuantificado —unos 110 mil muertos de sobredosis en EUA de enero del 2022 a enero del 2023— el daño medioambiental en México por los residuos en el proceso de elaboración de estas sustancias es desconocido.
Una investigación de Quinto Elemento Lab encontró que las autoridades mexicanas encargadas de manejar y perseguir los crímenes medioambientales no han intervenido en ningún caso de contaminación ocasionado por laboratorios clandestinos.
No es por falta de información. En los últimos 5 años, la cifra de laboratorios descubiertos a nivel nacional ha crecido más de 16 veces, de 58 en 2018 a 948 en 2023.
Ha habido 2 mil 79 hallazgos en el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), tres veces más que en la administración anterior, según cifras de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
La misma Sedena reporta la incautación de 488 mil 707 kilogramos y 1 millón 215 mil litros de químicos y precursores en los laboratorios asegurados desde 2018.
Son equivalentes a 17 contenedores de carga largos y más de 40 pipas de las que transportan combustible Pemex repletos de químicos peligrosos, capaces de causar envenenamiento, intoxicación, discapacidad temporal, hemorragias cerebrales y hasta la muerte a las personas que están en contacto con ellos prolongadamente.
Como un ejemplo del impacto al medio ambiente, en México fueron asegurados 556 mil 308 kilogramos de metanfetamina entre 2018 y 2023. La ONU estima al menos 6 kilogramos de desechos por cada kilo de esta droga producida ilegalmente, y en algunos casos podría ser aún mayor.
Los narcolaboratorios representan un riesgo para quienes manipulan los químicos pero también para las personas que se encuentran en dichos espacios, tal como ocurrió en mayo de 2024 en el poblado de El Pozo, al norte de Culiacán, donde nueve militares resultaron gravemente heridos por la explosión de un laboratorio clandestino, obligando a las autoridades a evacuar las escuelas cercanas.
Además, los químicos empleados para la fabricación de droga sintética matan de inmediato la flora en los sitios donde fueron instalados los narcolaboratorios, mientras sus desechos son arrastrados por el agua o terminan en el subsuelo. En ambos casos ocasiona la muerte de animales y representa un riesgo latente para los humanos. Los espacios contaminados pueden tardar hasta 25 años en recuperarse.
SIN ATENDERLO
Solicitudes a través de la Ley de Transparencia de parte de Quinto Elemento Lab encontraron nulos diagnósticos por parte del gobierno sobre este daño ambiental. Tampoco hay evidencia de protocolos que deban seguir los primeros respondientes que llegan a los laboratorios, ni quienes decomisan las sustancias peligrosas ni quienes deberían resarcir el daño al ecosistema.
La mayoría de los narcolaboratorios ha sido encontrado en Sinaloa, Durango, Michoacán y Jalisco. Pero la producción de droga sintética aumenta tan rápido que ya se han detectado laboratorios clandestinos en más de la mitad de los 32 estados, extendiendo la narco-contaminación por el territorio nacional.
Sin embargo, la estrategia del gobierno federal bajo el liderazgo de López Obrador se ha centrado en negar que el fentanilo, un opiáceo sintético, se produzca en México.
La gente que corre el riesgo de estar expuesta a los químicos —y a quien la autoridad tiene la responsabilidad de proteger— sabe de la inminencia del peligro ecológico cuando encuentra ganado muerto cerca de un pozo de agua contaminada, o un mangle donde ya no se puede pescar, o por la explosión de químicos en una bodega o por un derrame en la carretera.
En algunos casos los daños ecológicos podrían dejar secuelas permanentes, terminando con la agricultura, ganadería o pesca en la región.
"Es inevitable ver el impacto tan tremendo que el crimen organizado ha tenido en el medio ambiente (...) de lo que no hay datos, de lo que no hay ni siquiera una estrategia de prevención o de mitigación", dijo Siria Gastélum, sinaloense que trabaja en Iniciativa Global Contra el Crimen Organizado Transnacional, una organización civil que documenta y hace recomendaciones frente a los estragos del crimen organizado internacional.
"No digo que no dé miedo. A todos nos da miedo. Creo que ustedes ya saben en lo que se meten, pero es impensable no hacer nada y dejar que se queme todo".