Ciudad de México
El cruce fronterizo que separa Tijuana, en México, de San Diego, en Estados Unidos, es uno de los pasos más transitados del mundo por el tráfico de drogas y la migración. Un dinámico corredor humano moldeado por las deportaciones, la desigualdad, la prostitución y la marginación que las autoridades decidieron cerrar en 2020 para contener los contagios de un lado al otro cuando estalló la pandemia por la covid-19.
El bloqueo no frenó el narcoturismo entre los dos países. Y, en lugar de prevenir la propagación de enfermedades, la estrategia de las autoridades provocó un aumento de la transmisión de VIH. Así lo constata un estudio recién publicado en la revista The Lancet, un trabajo colaborativo entre científicos estadounidenses de la Universidad de California en San Diego e Irvine que analizó la propagación del virus a través de entrevistas a usuarios de drogas y datos genéticos del patógeno.
SE EXPANDE INFECCIÓN
Según concluye la investigación, el bloqueo del paso entre los dos países incrementó la expansión de la infección, agravando la transmisión transfronteriza. Cerrar la frontera durante la pandemia, expone el trabajo, resultó una causa de riesgo estructural que aumentó la vulnerabilidad de contraer VIH. "El consumo de drogas inyectables es uno de sus principales determinantes para adquirirlo y la movilidad a través de fronteras geográficas para ello puede aumentar el riesgo de exposición", destaca una de las autoras del trabajo, la epidemióloga Britt Skaathun.
De acuerdo con los datos que recolectó su equipo, la prevalencia del VIH entre esa población alcanzó una tasa del 16% en Tijuana, en comparación con el 4% en San Diego. Lo que evidencia cómo la situación geográfica y social en la frontera norte de México fomentan la vulnerabilidad a la exposición de la infección en la población concentrada en dicho lugar.
SIGUEN PISTA
Para investigar la relación entre el cierre de fronteras, el consumo de drogas y la transmisión del VIH, los científicos siguieron la pista a más de 600 ciudadanos, 74% de ellos hombres que viven en Tijuana y en San Diego y que, durante el cierre del paso, cruzaron de un lado a otro para comprar y consumir los estupefacientes.
La primera fase de la investigación constó de una entrevista en la que los encuestados respondieron preguntas sobre su demografía, comportamientos de uso de drogas, sexuales y de cruce de fronteras. Cada seis meses, el equipo científico les tomó muestras de sangre y les hizo pruebas de VIH y hepatitis C. Para profundizar en su análisis, los investigadores llevaron a cabo técnicas de epidemiología molecular con las respuestas al cuestionario. Con el fin de averiguar qué tan estrechamente estaban relacionados genéticamente los virus, por cada paciente que dio positivo al VIH se aisló el agente, se secuenció su ARN y se analizó la diversidad genética en la región fronteriza.
TÉCNICAS DE FILOGENÉTICA
A través de técnicas de filogenética se construyeron árboles en representación a cómo se relacionan los patógenos entre sí para, una vez conocidas las relaciones evolutivas de los virus aislados en los participantes, hacer un análisis de reloj molecular. Con esta técnica estimaron el momento de la transmisión transfronteriza del VIH. De acuerdo con los resultados, el aumento de la transmisión ocurrió justo cuando se cerró la frontera. Restringir el paso sin otras medidas para frenar las actividades clandestinas no funcionó como estrategia de salud pública. "Los esfuerzos por construir un muro más alto o las políticas para detener la inmigración no mitigan la propagación del VIH", dice Tetyana Vasylyeva, profesora asistente de Salud y Prevención de Enfermedades en Universidad de Irvine y la autora principal del estudio.