Imparable la violencia en Morelos

En jaque al Estado vecino de la capital, que en junio elige gobernadora, alcaldes y diputados, sumido en una profunda crisis

Morelos

Los asesinos abandonaron el cadáver del periodista Roberto Figueroa en la parte trasera de su vehículo, maniatado, el tiro de gracia como símbolo de la barbarie. La policía lo encontró cuando ya oscurecía. Su familia había movilizado a los poderes del Estado de Morelos con la esperanza de que se tratara de un simple secuestro, algo aleatorio, solucionable. Tras varias llamadas, habían pagado un rescate y aguardaban su liberación. En la tarde, los captores habían dicho incluso donde encontrarlo, pero al final todo el esfuerzo había sido en vano. Era viernes, 26 de abril, y aunque en los días siguientes muchos colegas de la víctima exigieron justicia, una sensación acabó por imponerse: el miedo.

IMPERA EL MIEDO

La situación de violencia desbocada que vive México desde hace casi 20 años ha ofrecido cantidad de oportunidades para usar esa palabra, miedo. Se ha empleado para describir la experiencia de familiares de personas desaparecidas, amenazadas y asesinadas en las búsquedas de sus seres queridos; funciona para dibujar las rutinas de pequeños empresarios en decenas de municipios de todo el país, víctimas de la extorsión; sirve para denunciar el desamparo de campesinos y ganaderos, rehenes de guerras de guerrillas por rutas migratorias y de contrabando, recursos naturales... Hasta hace un tiempo, resultaba extraño pensar en Morelos y en el miedo a la vez, pero las cosas han cambiado.

LIDERAN SECUESTROS

En los últimos años, el Estado, vecino de Ciudad de México, destino turístico recurrente para los capitalinos, se ha convertido en uno de los más violentos del país. Morelos lidera la tabla de secuestros por cada 100.000 habitantes de entre los 32 estados de la República y ocupa el segundo lugar en la de asesinatos. De enero a abril de este año, 615 personas han muerto asesinadas en la entidad, que tiene una población de alrededor de dos millones. Una media de cinco muertos al día. En los mismos meses del año pasado fueron 475, que ya era una cifra alta. El Estado encara ahora la renovación de alcaldes, diputados y gobernador. Asesinatos, masacres y secuestros conforman el escenario de la contienda electoral.

CRISIS INSTITUCIONAL

Parte del desastre en materia de seguridad es reflejo de la crisis institucional que atenaza a Morelos. En 2018, Morena llegó al poder en la entidad gracias al exfutbolista Cuauhtémoc Blanco, figura de gran magnetismo para el electorado. Los años previos habían estado marcados por la bronca política, con un enfrentamiento durísimo entre el gobierno de Graco Ramírez, del PRD, y la universidad pública estatal, a cuenta de varias denuncias por corrupción, entre otros. El Estado necesitaba calma y estabilidad, y Blanco, que venía de ser alcalde de Cuernavaca, trató de imponerse por la fuerza.

La organización Morelos Rinde Cuentas, que monitorea temas de corrupción e inseguridad, señala que "las condiciones políticas no eran favorables cuando llegó Blanco. Graco Ramírez implementó una serie de medidas que impedían tener una buena interacción con el poder legislativo". La organización matiza que Ramírez "redujo el número de diputados locales a 20, haciendo difícil generar mayorías. Además, aumentó el número de municipios de 33 a 36, elevando el umbral para hacer cambios a la Constitución local, del 50% al 75% de los municipios. Y le dejaron un fiscal anticorrupción y un fiscal general a modo".