BROOKLYN, NY
Todo pasó de último momento. Un correo electrónico de la Corte de Brooklyn indicando que el exsecretario de Seguridad Pública de México, Genaro García Luna, sería presentado a las 11:00 de la mañana, hora local de Nueva York, en la Corte Federal.
Luego un poco más tarde otro correo indicando que debido a la premura los abogados del funcionario no podrían llegar a tiempo; la hora de la comparecencia se postergó hasta las 2:30 de la tarde y García Luna terminó siendo representado por Cesar de Castro, un abogado de oficio asignado por la corte, en lugar de por alguien del costoso bufete de abogados que lo representa, Quinn Emanuel Urquhart & Sullivan.
Steven Tiscione, el juez que debía revisar la audiencia, se recusó de hacerlo. Una búsqueda de su trayectoria profesional muestra que antes de ser juez, Tiscione fue el jefe de la oficina internacional de narcóticos y lavado de dinero dentro de la Corte Federal del Distrito Este, a cargo de enjuiciar algunos de los casos más complejos de narcotráfico y lavado de dinero. El vocero de la corte dijo a REFORMA que Tiscione no está obligado por ley a dar ninguna explicación (y no lo hizo).
La presentación ocurrió con tanta premura que el evento ni siquiera fue agregado al expediente del caso, un marcado contraste con el juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán, en el que las fechas de cita con el juez y los demás eventos se daban con días de anticipación.
El día de la sentencia de “El Chapo”, los reporteros y curiosos deseando ver al narcotraficante debieron llegar a formarse a las 3:30 de la madrugada en una fila serpenteante a las afuera de la Corte Federal ubicada en Brooklyn, sumida todavía en la oscuridad de la noche.
Y ni así tenían garantizado el codiciado acceso para poder ver de cerca al líder del Cártel de Sinaloa.
Ayer, pese al alto perfil del personaje que por primera vez era presentado en una corte de Nueva York --y las repercusiones de su detención y posible juicio-- el evento pasó relativamente desapercibido para el gran público.
En esta ocasión, más allá de la obligada seguridad al entrar al edificio, la parafernalia que se vivió unos meses atrás brillaba por su ausencia.
Los visitantes debían entregar sus celulares y cualquier aparato de grabación, pero los guardias les dejaban conservar sus computadoras (siempre y cuando permanecieran apagadas).
A diez minutos de que dieran las 2:00 de la tarde, la gente entraba y salía de la sala de la comparecencia con libertad y holgura, algo impensable en el juicio contra “El Chapo”.
Ningún guardia monitoreaba con recelo las actividades de los periodistas y demás asistentes, como sí ocurrió unos meses antes.
Terminó siendo la juez Peggy Kuo quien presidió la sesión cuando el exfuncionario entró a la sala con un aspecto visiblemente desmejorado.
Con el cabello desaliñado, tenis azul marino, sudadera gris y pants color khaki, García Luna caminó sin cadenas ni esposas en los pies ni las muñecas.
Sin embargo, su llegada fue anunciada por el sonido dramático de estos metales siendo retirados instantes antes de cruzar la puerta hacia la sala de la corte.
Volteó a mirar hacia atrás y un bosquejo de sonrisa cruzó sus labios cuando vio a sus hijos y a su esposa entre el público.
La juez Kuo escuchó cuando García Luna se declaró no culpable de los cuatro delitos de los que el gobierno estadounidense le acusa, tres de ellos vinculados con el tráfico y distribución de cocaína.
El cuarto delito es por presentar información falsa durante el proceso de naturalización estadounidense que el artífice de la llamada “guerra contra las drogas” en México durante el sexenio de Calderón comenzó en 2018.
El abogado de oficio indicó que la defensa estaba preparando los argumentos que permitiría a García Luna libertad bajo fianza, pero por el momento Kuo determinó que el acusado permanecerá detenido. La ubicación en la que García Luna está siendo detenido no ha sido revelada.