México.- Era el mediodía cuando decenas de jóvenes llegaron al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) con ramos de girasoles, la flor preferida de Fernanda Michua Gantus, estudiante que se habría suicidado por la carga de trabajo que enfrentaba en esa casa de estudios.
En silencio, la comunidad itamita ingresó al plantel educativo para hacer un homenaje a su compañera y posteriormente iniciar una discusión sobre la necesidad de que la escuela se haga responsable de la salud mental de los estudiantes, quienes aseguran padecer estrés y otros trastornos por la presión que viven cada semestre.
Sin cubrirse el rostro y sin alboroto, los alumnos del ITAM dieron su lucha. No se escucharon gritos exorbitantes y no se suspendieron las clases. Mientras algunos daban su lucha en la Plaza Roja de la institución, otros tantos seguían con su rutina diaria.
Fue hasta casi las cinco de la tarde cuando El Supuesto, un periódico del plantel, detalló que los estudiantes decidieron irse a un paro definitivo el siguiente lunes.
Tras el anuncio, varios jóvenes no perdieron la oportunidad para anunciar su victoria: “Por fin levantamos la voz”, se leía en Twitter.
El hervidero de emociones comenzó desde ayer, cuando se dio a conocer el fallecimiento de Fernanda Michua. Ante esta situación, el ITAM anunció en un comunicado que reforzaría la atención sicológica y emocional a los alumnos que lo necesitaran.
Sin embargo, los estudiantes que entraban y salían de la institución dejaban claro que esta no era una medida suficiente, puesto que sus malestares físicos y mentales derivan de un problema estructural, y también tienen que ver con el diseño de los planes de estudio.