Uno de los logros más sustanciales del 26º período de sesiones de la Conferencia de las Partes (CP 26) en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de Glasgow, es que se puso énfasis en las causas reales del calentamiento global y las altas concentraciones de CO2 en la atmósfera.
Independientemente de los compromisos para reducir la emisión de gases de efecto invernadero y otros contaminantes que han deteriorado la capacidad de regeneración del planeta, quedó en claro que el punto toral en el tema es la pérdida creciente de bosques y con ello la desaparición de los más eficientes agentes anticontaminantes. Bien sabido se tiene que los árboles proporcionan servicios ambientales vitales como captación de agua y producción de oxígeno; contribuyen a evitar la erosión del suelo y a disminuir los escurrimientos e inundaciones; capturan y almacenan dióxido de carbono.
En el evento fueron develados datos aterradores con respecto del futuro del planeta: Según datos del Global Forest Watch del World Resource Institute, el planeta perdió un área de cobertura arbórea más grande que el Reino Unido en 2020, incluidas más de 4.2 millones de hectáreas de bosques tropicales primarios. La pérdida de cobertura arbórea aumentó tanto en los trópicos como en las regiones templadas; pero, la tasa de aumento de la pérdida fue mayor en los bosques tropicales primarios, liderada por el aumento de la deforestación y la incidencia de incendios en la Amazonia, la selva tropical más grande de la Tierra.
En sus propias palabras, Frances Seymour del WRI, expresó que: “La señal más ominosa de los datos del 2020 es el número y la variedad de casos en los que los bosques mismos sufrieron eventos climáticos extremos. En la Amazonia, la quema ahora ocurre dentro de la selva tropical, en lugar de solo en los límites de las zonas recientemente taladas”. El propósito de esta quema es abrir tierras para la explotación agrícola, ganadera, minera y turística, desalojando a los pobladores ancestrales, lo mismo humanos que de especies únicas de flora y fauna.
Lo dramático es que la destrucción de los bosques tropicales primarios, los ecosistemas con mayor diversidad biológica del mundo, liberó 2.64 mil millones de toneladas de carbono, una cantidad equivalente a las emisiones anuales de 570 millones de automóviles, que es más del doble de la cantidad de automóviles en las carreteras en los Estados Unidos. Se puede afirmar que este es el mayor ecocidio que ha conocido la humanidad, todo ello a ojos vistas y sin asumir alguna responsabilidad gubernamental o institucional.
No hay forma de ocultar este atentado contra la Tierra, pues el aumento de la deforestación en la Amazonia brasileña en 2020 fue ampliamente anticipada debido a los esfuerzos mundiales de monitoreo de la deforestación en Brasil, que incluyen informes regulares de la agencia espacial del gobierno INPE y ONG independientes como Imazon. La pérdida de bosques en la Amazonia brasileña representó más del 40 % de la pérdida de bosques primarios en los trópicos en 2020.
A este habría que sumar la destrucción de bosques en República Democrática del Congo (RDC), con 490 000 hectáreas y Bolivia con 277 000 hectáreas a la cabeza de una lista ominosa que por fin se ha reconocido en la reunión de la cumbre climática y se han propuestos esfuerzos serios y cuantificables para revertirla.
EL PRIMER GRAN ACUERDO
El que fue considerado el primer gran acuerdo de la cumbre climática comprometió a más de 100 líderes mundiales que representan más del 85% de los bosques del planeta, a poner fin y revertir la deforestación y la degradación de la tierra para 2030. Por lo pronto, doce partes del acuerdo, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea, se comprometieron a destinar 12.000 millones de dólares en fondos públicos para proteger y restaurar los bosques, además de otros 7.200 millones de capital privado, lo que pone en evidencia la importancia de restaurar los pulmones del planeta pronto.
Un demócrata de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos presentó un proyecto de ley para respaldar financieramente el compromiso del presidente Joe Biden de revertir y poner fin a la deforestación.
La propuesta del líder de la mayoría de la Cámara de Representantes, Steny Hoyer, establecería un fondo fiduciario de 9.000 millones de dólares en el Departamento de Estado para financiar proyectos bilaterales de conservación de los bosques con países en desarrollo de todo el mundo. Expresó Hoyer: “Necesitamos mantenerlos en tierra, el primer paso es dejar de perder el bosque”.