Personas sin oficio ni beneficio que presumen de grafiteros, se dedican desde hace varios años a ensuciar la ciudad con los pintas que llevan a cabo tanto en áreas públicas así como en privadas.
Paredes, bardas y hasta bancas pueden verse por doquier e inclusive en el centro de Reynosa con los ‘ingeniosos’ trabajos de quienes en lugar de andar causando daños, debieran aprovechar para elaborar imágenes que lleven un mensaje positivo a chicos, medianos y grandes.
Por el contrario, hay quienes se dedican solamente a aplicar los rayones provocando con ello un mal aspecto a la ciudad.
Alguna autoridad debiera invitar a esos jóvenes descarriados para canalizarlos a programas enfocados a pintar pero con causa, con el objeto de ofrecer un buen aspecto al lugar que seleccionan con permiso previo, para plasmar una obra de arte urbano.
Sin embargo, no pocos son los muchachos y hasta muchachas que lejos de dedicar su tiempo en cosas positivas, se dan a la tarea de pintarrajear algunas propiedades particulares o de gobierno sin pensar en el daño visual que le causan con ello a la ciudad donde viven y por la cual debieran al menos no afectarla con sus pintas.
Por años, son sobre todo las entradas y salidas a las ciudades las que presentan esa clase de ‘arte urbano’ que lejos de dejar beneficio a su caso, dejan perjuicio.