El Mañana / Staff.- Apenas eran las 7:30 de la tarde. Se escucha el ruido de cortinas de acero jaladas con fuerza por empleados que ya cierran los negocios.
Poco a poco, comerciantes y compradores se retiran de la Peatonal Hidalgo. Culmina un día más.
La oscuridad se apodera del centro de la ciudad. Las luces de negocios iluminan débilmente la principal calle comercial de Reynosa.
En el cruce de la Peatonal con la Calle Morelos, la oscuridad invita a tomar otras calles o pasar rápido por el lugar.
El bullicio que acompaña el día se pierde por lo tétrico de la noche.
Los pocos que se aventuran a cruzar por la Peatonal Hidalgo utilizan la linterna de sus teléfonos celulares para abrirse paso porque la luz mercurial no existe.
La Peatonal en su cruce con la calle Matamoros da mejor visibilidad. Las lámparas públicas iluminan mejor, pero muchos comercios dejan encendidas las luces de sus locales.
Pero hay espacios oscuros que desafían a los valientes.
- Avanzar hacia la calle Guerrero e Hidalgo es alargar el miedo de que ser atacados por desconocidos que aprovechan la oscuridad para esconder.
Es común ver a personas en condición de calle que buscan alimentos en los botes de basura.
Hombres desaliñados escudriñando recipientes de basura en la oscuridad de la noche es la inmejorable puesta para que la desconfianza de un peatón florezca.
En los tramos de las calles de Pedro J. Méndez a Francisco I. Madero la situación no cambia.
Alumbrado público deficiente que invita a delinquir.
La situación mejora hacia la Calle Colón y hasta llegar al nuevo Museo del Ferrocarril.
Ahí, recientemente se han instalado luminarias que cumplen bien su función, quizá porque son nuevas.
Es un escenario lúgubre, pero apenas son las 8 de la noche.