Durante los 2 últimos ciclos escolares se ha registrado una gran cantidad de deserción estudiantil motivada por las dificultades del aprendizaje a distancia y la crisis de COVID-19, pero para Jorge Martínez Mendoza, un joven invidente de apenas 16 años, este periodo ha servido de motivación.
Aún y cuando no todas las aplicaciones o herramientas de la web están adaptadas, desde su computadora se esfuerza por tener todos los servicios, y su mejor aliada es una función de lectura de pantalla que le apoya para conectarse, asistir a sus clases y participar.
“Yo puedo hacer de todo en una computadora porque tengo el lector de pantalla, es una asistente que habla y me indica cuando la pantalla se enciende, cuando accedo a un sitio, cuando estoy conectado, todo, para algunos puede ser muy rápido el seguimiento pero yo ya me acostumbre, aunque ha sido complicado no me desanimo, seguiré adelante”.
Su desarrollo es igual que el de un estudiante que si ve, al utilizar aplicaciones de mensajería, redes sociales, messenger u otras de oficina.
Aunque al igual que el resto de estudiantes virtuales, también se enfrenta a retos, sobre todo cuando en su intento por continuar aprendiendo existen funciones no adaptadas.
“Cuando nos comentaron que tendríamos clases en casa me pareció bien porque pensé en la comodidad, pero ya después como a los 2 meses comenzó a ser un poco difícil, principalmente por la rutina, pero también porque es un gran reto ya que no todos los programas están adaptados para nosotros, por ejemplo la lectura de imágenes o de gráficos”.
Jorge es uno de los 35 alumnos en educación preescolar, primaria o secundaria de la fundación Miradas de Esperanza en Reynosa que recibe acompañamiento en sus clases y que además tiene ofertas de procesos artísticos.
En este lugar, los docentes se encargan de personalizar y crear grupos pequeños de seguimiento, no mayores a 7 estudiantes para garantizar que todos recibirán una atención eficaz.
“Aquí tenemos desde preescolar hasta tercero de secundaria, y sí, es un gran reto la educación a distancia, más cuando se enfrenta una discapacidad visual, pero nos hemos topado con un gran entusiasmo de los jóvenes por seguir adelante, ahorita tenemos 35 estudiantes y ninguno ha bajado la guardia, están desde casa, luchando”, mencionó Mirza Ramírez Reyes, coordinadora académica de la fundación.
El apoyo de los padres de familia de Jorge y del resto de los estudiantes durante este periodo de clases, ha sido fundamental para evitar que los discapacitados visuales abandonen las aulas. “Ellos son nuestros mejores aliados, porque guían, organizan, y cuando es necesario nos reportan las áreas de oportunidad, la verdad es que sin ellos esto no puede ser posible”.
El interés de Jorge por aprender rebasa incluso las barreras de distancia, ya que al vivir en Rio Bravo, debe recorrer más de 25 kilómetros para presentar sus exámenes en instituciones oficiales.
Mientras él y los otros estudiantes esperan una fecha de regreso a clases presencial, esperan que cada vez más se tome conciencia de la importancia de hacer inclusivo el mundo digital.