La comunidad haitiana pide refugio en los albergues, quieren respuesta a su petición de asilo en Estados Unidos, pero mientras algo suceda tienen que buscar una sombra para protegerse del sol.
-No hace más calor en Haití, se le preguntó a un haitiano.
-Sí hace calor, pero aquí (Reynosa) el calor es muy duro. Muy feo.
No tienen un lugar donde refugiarse. Los hoteles de la Zona Centro les cobran 200 pesos por noche. Los que no pueden pagar hacen una guardia afuera del albergue Senda de Vida en la espera de ser aceptados.
Parecen centinelas custodiando un castillo.
A lo largo del periférico Luis Echeverría se elevan edificios municipales. Junto a las paredes y puertas de las oficinas municipales hay migrantes haitianos.
Buscan la sombra que dan los edificios. Ahí se la pasan. Sentados a la sombra y cambian de lugar según vaya avanzando la sombra que genera una pared.
Pasan el día platicando entre sí, hablando por teléfono celular o nomás están callados. Solos o en familia, ahí están bajo las sombras.
La calle de terracería que esta frente al albergue hace más molesto la espera. El polvo que levanta el viento cae sobre sus rostros que sudan sin siquiera moverse.
En el muro del albergue se levantaron improvisadas casas de campaña. Son cobijas extendidas formando un triángulo entre la pared y el suelo con el objetivo de generar sombras.
Las cobijas están amarradas a llantas que encontraron “por ahí”.
Dentro de las improvisadas casas de campaña, uno que otro haitiano trata de descansar.
Frente al albergue se eleva un árbol que da a sombra a un muchos haitianos. Ahí la espera es de pie, junto a un puesto de comidas y fresco y una peluquería al aire libre atendida por haitinos.
Nadie sabe cuando terminará su calvario. Ya soportaron el frío del norte de México y ahora se enfrentan al calor agobiante. Les falta la temporada de huracanes.