Recuerdan obra del ‘agente mordelón’

Monumento muestra a un agente de Tránsito infraccionando a un automovilista, quien desliza un billete para evadir la multa

En estos días puede parecer casi imposible que alguien no haya tenido algún episodio de desencuentro con elementos de la Delegación de Tránsito en Reynosa, hoy es una de las historias de mala fama que se tiene en el colectivo ciudadano, pocos son quien no haya dado testimonio de haber sido víctima en alguna ocasión de algún agente de Tránsito excedido en sus funciones o que para “arreglar” se le haya tenido que dar “pal café”.

Hasta donde la memoria del más viejo de los reynosenses alcance, es frecuente escuchar anécdotas de alguien que, por descuido, omisión o sólo por el hecho de haber sido sorprendido en flagrancia o no de alguna falta al reglamento vial fue motivo de “moche” por algún agente de vialidad y así evitar tener que acudir a la delegación a pagar a multa y la grúa.

Aunque igual se hizo tan habitual esta práctica que son los ciudadanos los mayormente responsables por fomentar esta clase de conductas, echando a perder el desempeño honorable de los elementos.

En un paraje cercano al puente internacional Pharr se encuentra una colección de esculturas en el sector conocido como “Lago de Orizatlan”, en donde se cuenta con una muy especial: Un agente de tránsito infraccionando a un automovilista que discretamente a cambio del perdón desliza un billete hacia las manos del cumplido agente de vialidad.

Dichas esculturas son dedicadas a los agentes de Tránsito, fueron hechas en la década de los años 60’s del siglo pasado.

Aunque en descargo de esa mala fama, también hay elementos destacados, cuya dedicación y servicio fue motivo de reconocimiento, ejerciendo un auténtico apostolado como agentes de tránsito.

Quien no supo de la labor social de un agente de tránsito que de su propio peculio apoyaba a niños y jóvenes para el transporte, o para comprar en el recreo al no tener dinero para gastar, aquellos que durante horas y días pasaron años como policías de crucero y auxiliando a medio mundo sin conocerlo, esos buenos elementos como aquellos picaros quedaran en el colectivo como parte de la historia que diariamente a diferencia de la mayoría, estos se dedicaban a perseguir automovilistas para sacar “pal café”.