¿Cómo afrontar la crianza de un niño difícil?

Veamos las estrategias más efectivas para afrontar este reto familiar

Con el paso del tiempo la sociedad ha tendido a ser cada vez menos comunitaria. Esto ha tenido un grave impacto y fuertes repercusiones en diversos ámbitos, especialmente en la crianza. No hace tanto tiempo, la crianza era compartida entre la familia nuclear y la extensa y, de esta forma, la responsabilidad también era más llevadera.

La carga mental y las dificultades logísticas que sufren las madres y los padres en su día a día por falta de apoyo, puede llegar a tener graves consecuencias en su salud física y mental. Si, además, sumamos el añadido de tener hijos/as con altas demandas puede complicarse más todavía.


LA CRIANZA DE HIJOS DIFÍCILES: MITO VERSUS REALIDAD

Habitualmente, la realidad se aleja mucho de aquella imagen idílica que nos habían vendido sobre la maternidad. Criar sin comunidad o red de apoyo es realmente difícil. Vivimos en una sociedad en la que se exige a las mujeres que estén siempre presentes en el cuidado de los demás y que, a la vez, no dejen de rendir y producir como lo hacían anteriormente.

Aunque, indudablemente el gran peso de la crianza sigue recayendo en gran medida sobre las madres, afortunadamente cada vez son más los padres que se implican en el proceso de crianza de sus hijos. Sin embargo, esto no hace que la coparentalidad sea tan maravillosa como agotadora puede llegar a ser en otros muchos momentos.

Lamentablemente, a nivel social está tan romanizada la ma-paternidad que la mayoría de progenitores no comparten su sentir. Esto lleva a que, en incontables ocasiones, vivan esta etapa de sus vidas con mucho estrés, frustración por tener la sensación de no llegar a todo, tristeza por sentir que no están disfrutando como «deberían» y, sobre todo, soledad.

Son diversos los factores que influyen en el comportamiento de un infante. Entre ellos, destacamos algunos como el temperamento del menor (factores biológicos y genéticos), la forma de ser de los progenitores o personas que están a cargo, el estilo de crianza, el estrés del día a día y posibles problemáticas de salud física o mental que puedan interferir.

Es realmente importante poder llegar a comprender las causas del comportamiento del infante que está resultando retador para los adultos. En este sentido, es básico tener en cuenta el momento evolutivo en el que se encuentra. Las teorías del desarrollo evolutivo de los menores nos ayudan a comprender sus necesidades en cada momento vital.

Antes de responder qué es un/a niño/a difícil, es elemental analizar si los/as adultos/as se están sintiendo desbordados por las altas demandas del menor porque estas se asocian a sus características individuales o si bien puede estar relacionado con el estado físico y/o mental en que se encuentra la persona adulta.

Aunque siempre es aconsejable descartar temas médicos, es cierto que hay infantes con altas demandas que pueden traducirse en conductas como elevada irritabilidad y llanto, reacciones muy intensas, mucha sensibilidad a determinados estímulos y baja capacidad atencional. Estos son solo algunos ejemplos, pero pueden darse otras características.


ESTRATEGIAS PARA AFRONTAR LA CRIANZA DE UN NIÑO DIFÍCIL

Tal y como comentamos previamente, el aspecto principal es poder comprender qué está pasando en el entorno familiar. Es interesante que los/as adultos/as puedan revisar cuál es su estado físico y emocional a la vez que observan cuáles son las necesidades del infante. A continuación se ofrecen algunas estrategias que pueden resultar útiles:


1. TRANSMITIR AMOR INCONDICIONAL

Los niños/as necesitan sentirse amados/as de forma incondicional para poder desarrollar de forma óptima un sentido del yo saludable. Esto implica que les hagamos saber que les queremos por quienes son, no por sus logros académicos, deportivos, musicales, etc. Nacen siendo merecedores de nuestro amor y no tienen que «ganarse» nada.


2. ATENDER DESDE LA PROPIA REGULACIÓN

Si queremos que nuestro/a hijo/a aprenda a regular sus emociones, primero deberemos ser nosotros/as quienes les atiendan de forma regulada. Esto nos permite atender lo que les está sucediendo y ayudarles a ellos/as a ponerle palabras, comprenderlo, validarlo y, con el tiempo, regularlo por sí mismos/as.


3. SER CONGRUENTE EN EL MENSAJE

Los niños aprenden de lo que ven que hacemos, no de lo que les decimos. Y eso es lo que repiten. Debemos tomar consciencia de aquellos valores que realmente queremos transmitir y ser el ejemplo.


4. ESTABLECER LÍMITES CLAROS Y COHERENTES

Los límites son necesarios para el desarrollo de los menores. Es importante que durante la crianza los establezcamos de forma clara. Es importante que el infante pueda comprender tanto el límite como la consecuencia de saltárselo. Las repercusiones deben concordar.


5. FACILITAR LA COMUNICACIÓN

Un aspecto realmente importante durante la crianza es la presencia. Otro aspecto elemental es la comunicación. Es importante que, como adultos, podamos escuchar sus necesidades para construir las bases de una comunicación fluida y respetuosa.


6. TOMAR CONSCIENCIA DE LAS PROPIAS NECESIDADES

Ya decíamos anteriormente que son muchas las presiones a las que las madres y los padres se ven sometidos/as. Por ello, es primordial que podamos dedicarnos un tiempo de observación y tomar consciencia de cómo estamos, qué necesitamos y cómo podemos atendernos.


7. PEDIR AYUDA

Si la situación que estás viviendo te resulta abrumadora y sientes que no tienes recursos para hacerle frente, pide ayuda. Actualmente hay una gran variedad de profesionales que pueden acompañaros en el proceso de crianza adaptándose a las necesidades de cada familia.