Los ejercicios Kegel deben su nombre al ginecólogo estadounidense Arnold Kegel, que los inventó hace casi 80 años, y su objetivo principal es fortalecer los músculos implicados en el control de la vejiga.
Si el esfínter urinario no es lo suficientemente fuerte, no se contraerá para mantener la orina, que se escapará entre las micciones. Los puede practicar en el coche, la oficina, en la ducha o por la calle. Al principio puede que se sienta incómodo, pero igual que pasa con las mujeres, nadie lo notará...
El primer paso es identificar un grupo de músculos. Al miccionar, trate de detener el flujo de la orina sin tensar los músculos de las piernas.
"Imaginar que uno está orinando y querer interrumpir el chorro es la mejor forma de aprenderlo", detalla el doctor Manuel Ramón Diz Rodríguez.
Aunque matiza que “es importante saber que este paso único se hace para ayudar a ubicar el grupo correcto de músculos.
Una vez ubicados, nunca se debe -otra vez- interrumpir el chorro miccional, ya que puede ser perjudicial y provocar infecciones o alteraciones en el funcionamiento normal de la vejiga”.
Algunos profesionales recomiendan otro truco a sus pacientes: simular que están aguantando una flatulencia. Con ese esfuerzo, también se trabaja el suelo pélvico.
Una vez que es capaz de ralentizar o detener el flujo de orina y sentir la sensación de los músculos que tiran hacia adentro y hacia arriba, se han localizado los músculos correctos y está listo para comenzar el ejercicio con regularidad, por la mañana, tarde y noche.
Las contracciones de estos músculos se deben repetir 3 o 4 veces al día, en grupos de 20, explica el urólogo Ignacio Moncada. "Otra opción es contraer el suelo pélvico hasta que no se pueda más. Este ejercicio contribuye sobre todo al control de la micción".
Durante esta práctica, los expertos recuerdan que nunca se debe sentir que los músculos del abdomen, las nalgas o los muslos están tensados.
Trabajar esa zona no solo es bueno para evitar problemas de próstata e IU, sino que cobra una función importante en procesos relacionados con la sexualidad, como el orgasmo, la erección y la eyaculación precoz.
Esta última puede aparecer a cualquier edad, y en personas sin problemas de próstata. Así, un estudio de la Universidad Sapieza de Roma publicado en Therapeutic Advances in Urology concluyó que, tras 12 semanas practicando ejercicios Kegel, los hombres aumentaron su tiempo de eyaculación de los 31 segundos iniciales hasta los 246 segundos.