¿Conoces la diferencia entre la edad biológica y la edad cronológica? ¿Te has preguntado cómo se determina el grado de envejecimiento del cuerpo? Todos sabemos que el tiempo es irreversible, las agujas del reloj giran constantemente y nosotros envejecemos a su ritmo. Y aunque es cierto que no podemos hacer nada en cuanto a nuestra edad cronológica, nuestra edad biológica resulta diferente y es mucho más flexible.
Ahora quizás quieras descubrir cuál es la diferencia entre estos dos términos. Bien, la edad cronológica es aquella que tiene que ver con el cuerpo y el estado funcional de los órganos. Se puede decir que es el tiempo transcurrido desde el nacimiento hasta el momento actual de la vida de la persona. Por otro lado, la edad biológica está relacionada con la condición real del organismo, tomando como referencia la edad cronológica en comparación con el estado funcional interno. Por consiguiente, la edad biológica no tiene porque coincidir con la edad cronológica de la persona. Algunas veces puede ser mayor el envejecimiento, pero también menor.
En la edad biológica se toma en consideración la genética y el estilo de vida. Dentro de esto, el estrés severo juega un papel importante ya que según los expertos, puede aumentar la edad biológica y así acelerar el proceso de envejecimiento de la persona. En el artículo de hoy, analizaremos cómo un sentimiento que todos hemos experimentado en algún momento de la vida como es el estrés, puede llegar a perjudicarnos significativamente en diversas áreas, incluido el envejecimiento. Además, quédate para descubrir que, afortunadamente, los signos del envejecimiento debido a este sentimiento son reversibles una vez vuelve la calma.
¿QUÉ ES EL ESTRÉS?
El estrés hace referencia al mecanismo que se pone en marcha cuando una persona se ve cubierta por diversas situaciones que superan sus recursos. Por tanto, el individuo se encuentra superado por el momento y por la cantidad de demandas que se le exigen. Por consiguiente, la persona experimenta una sobrecarga que puede influir en su bienestar tanto físico como psicológico.
Las causas que pueden ocasionar el estrés son muchas ya que con el objetivo de adaptarnos a las demandas, activamos el proceso de estrés para permitirnos adaptarnos adecuadamente ante la situación. Además, gracias a este proceso, surgen reacciones como agilizar el pensamiento, emplear una conducta más enérgica, aumentar la eficacia para superar determinadas situaciones con éxito, entre otras. Por tanto, el estrés puede ser beneficioso hasta cierto punto. No obstante, empieza a ser perjudicial cuando no se recuperan la energía o los recursos gastados y por tanto, se produce un desgaste importante en el organismo.
¿QUÉ ES EL ENVEJECIMIENTO?
Hoy en día, la mayor parte de la población tiene una esperanza de vida igual o superior a los 60 años. Queda retratado que todos los países están experimentando un incremento en el número de personas mayores en la población. Gracias a los increíbles avances de la ciencia y a la conciencia que van tomando los individuos acerca de mantener hábitos saludables a lo largo de la vida, tales como seguir una dieta equilibrada, realizar actividad física habitualmente, abstenerse de consumir tabaco y alcohol es lo que ha conseguido reducir el riesgo de enfermedades, mejorar la capacidad física y mental y en definitiva, retrasar lo máximo posible la dependencia de los cuidados.
Mirándolo desde un punto de vista biológico, el envejecimiento es la acumulación de una gran variedad de daños moleculares y celulares a lo largo del tiempo, que conlleva un descenso gradual de las capacidades físicas y mentales y por consiguiente, a un mayor riesgo de enfermedad y, por último, a la muerte.
RELACIÓN ENTRE EL ENVEJECIMIENTO Y EL ESTRÉS
Todos conocemos los síntomas físicos del estrés tales como diarrea o estreñimiento, dolores de cabeza, falta de energía, mandíbula rígida, cansancio, etc. Pero, lo interesante es que en los últimos años diversos estudios han descubierto que el estrés es capaz de acelerar el envejecimiento de forma significativa.
Se sabe que ciertos eventos estresantes como someterse a una cirugía, tener el COVID-19 o vivir un embarazo, aceleran el ritmo de envejecimiento. Asimismo, la revista Cell Metabolism ofrece indicios de que este daño se revierte, en la mayoría de los casos, en cuestión de días o meses cuando la causa que lo provocó desaparece.
Con el objetivo de corroborar este planteamiento, los autores Poganik y su equipo recopilaron datos de las situaciones estresantes mencionadas anteriormente. Para ello, examinaron muestras de sangre de pacientes de tercera edad que se sometieron a una cirugía de emergencia, obteniendo muestras recolectadas inmediatamente antes de la cirugía y unos días después de la misma. A su vez, también analizaron muestras de sangre de personas que fueron admitidas en la unidad de cuidados intensivos (UCI) debido a la COVID-19, y personas que se encontraban en distintas etapas del embarazo.
Los resultados fueron sorprendentes ya que se podía observar como la edad biológica aumentaba en situaciones de estrés y se revertía cuando el factor estresante se resolvía. Se comprende fácilmente al mencionar que los resultados de las analíticas de aquellas personas que se sometieron a una cirugía mayor mostraban signos de que la edad biológica aumentaba entre ellos. No obstante, regresaron a los valores iniciales de 4 a 7 días después de la cirugía.
Del mismo modo, en el caso de los efectos del embarazo sobre la edad biológica, los investigadores comprobaron un patrón donde la edad biológica aumentaba durante el embarazo hasta el momento de dar a luz. Finalmente, entre los pacientes hospitalizados por COVID-19, los autores concluyeron que el aumento en la edad biológica también se revirtió en el momento que se les daba el alta de la UCI.
EN CONCLUSIÓN...
A estas alturas, queda claro que el estrés nos pasa factura y hace que la edad biológica acelere a pasos agigantados. No obstante, no todo son malas noticias ya que las consecuencias negativas del estrés son completamente reversibles una vez cesa el sentimiento. A este respecto, unos investigadores quisieron estudiar acerca del papel de la resiliencia en el estrés y el envejecimiento.
La resiliencia psicológica, es decir, la capacidad que tiene una persona para adaptarse a las adversidades juega un papel de suma importancia en el tema en cuestión. Los investigadores vieron que los participantes que obtuvieron una puntuación alta en resiliencia psicológica o la regulación de las emociones y el autocontrol fueron más resistentes a los efectos del estrés sobre el envejecimiento. Por tanto, esto sugiere que una forma óptima de minimizar las consecuencias adversas del estrés es fortaleciendo la regulación de las emociones y el autocontrol.