El ajo es un ingrediente muy apreciado en la cocina de todo el mundo, pues no sólo se utiliza para la elaboración de salsas, sopas, pescados, mariscos, carnes, vinagretas, y otras preparaciones; sino que cuenta con propiedades curativas y también tiene usos alternativos, como repelente de insectos, reparador de cristales y una gran solución para combatir el pie de atleta.
Este alimento cuenta con diversas propiedades terapéuticas: es diurético, depurativo, antiséptico, antibacteriano, antibiótico, regulador de la flora intestinal, estimulante y regulador de las glándulas endocrinas y antiinflamatorio.
Así mismo, puede reducir el riesgo de sufrir Alzheimer y demencia, ya que contiene antioxidantes que fortalecen los mecanismos que evitan la oxidación en el cuerpo, previniendo el daño celular y envejecimiento.
Un estudio realizado por investigadores del Instituto de Toxicología de la Universidad de Shandong, en China, analizó 26 trabajos donde se evaluaban los efectos del ajo sobre los niveles del colesterol. Así, se encontró que este vegetal es capaz de reducir los niveles de colesterol y triglicéridos, y que una terapia con ajo podría resultar benéfica en personas con riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
En adición, los distintos compuestos que contiene el ajo, como la alicina, aliina, ajoene, sulfuros de alilo, antioxidantes, y colina, actúan positivamente para el combate y control de la diabetes, problemas respiratorios, inflamación producida por diversas enfermedades y cáncer de colon; además de combatir virus, bacterias y hongos, y de mantener la salud cerebral.
Por si fuera poco, el ajo es un alimento que contiene minerales como el selenio, potasio, fósforo, magnesio, yodo y zinc; vitaminas B1, B3, B6, y pequeñas cantidades de C y E. La Fundación Española de la Nutrición refiere que, por cada 100 gramos de porción comestible del ajo, se obtiene lo siguiente:
Kilocalorías: 110
Proteínas: 5.3
Hidratos de carbono: 23
Fibra: 1.1
Colesterol: 0
Después de conocer la gran cantidad de aspectos positivos de consumir ajo, consumirlo en agua y como infusión resulta ser una gran opción, sobre todo partiendo del particular sabor y olor de este alimento.
La preparación del agua de ajo es muy sencilla, pues únicamente se debe dejar reposando durante una noche 1 diente de ajo machacado en 100 ml de agua. Esta agua debe consumirse en ayunas.
Por su parte, el té de ajo debe prepararse con 1 diente de ajo por cada 100 a 200ml de agua. El siguiente paso es picarlo y agregarlo en el agua hirviendo, esperar entre 5 y 10 minutos, y dejar entibiar para poder consumir el té.
Si se desea mejorar el sabor de esta infusión, se le puede añadir 1 cucharada de miel, jengibre rallado y unas gotas de limón.
Pese a la gran cantidad de beneficios que el ajo aporta al ser humano, existen casos en donde debe evitarse su uso y consumo. Según el sitio web Tua Saúde, de la empresa brasileña Rede D´Or, este alimento está contraindicado en recién nacidos, en la cicatrización postoperatoria, en personas con presión baja, dolor de estómago y hemorragias, y en pacientes que consuman medicamentos para fluidificar la sangre.
Tampoco es recomendado en mujeres embarazadas y en periodo de lactancia, pues puede alterar el ciclo menstrual y generar complicaciones en el embarazo y en la producción de leche materna.
Así mismo, las personas que padecen trastornos de coagulación deben usar el ajo con precaución, ya que puede provocar la aparición de hemorragias.