La etapa de las operaciones formales es la última de las propuestas por Jean Piaget en su Teoría del Desarrollo Cognitivo. En este estadio los ya adolescentes presentan una mejor capacidad de abstracción, un pensamiento más científico y una mejor capacidad para resolver problemas hipotéticos.
A continuación veremos más a fondo qué es esta etapa, a partir de qué edad comienza, cuáles son sus características y qué experimentos se han hecho para confirmar y refutar las afirmaciones de Piaget.
¿QUÉ ES LA ETAPA DE LAS OPERACIONES FORMALES?
La etapa de las operaciones formales es la última de las cuatro etapas planteadas por el psicólogo suizo Jean Piaget en su Teoría del Desarrollo Cognitivo, siendo las otras tres las etapas sensoriomotora, la preoperacional y la de las operaciones concretas.
El pensamiento operacional formal se manifiesta a partir de los 12 años abarcando hasta la edad adulta, caracterizándose por el hecho de que los niños, ya casi adolescentes, tienen una visión más abstracta y un uso más lógico del pensamiento. Pueden pensar acerca conceptos teóricos.
Es durante esta etapa en la que el individuo pueden manejar el pensamiento hipotético-deductivo, tan característico del método científico.
El niño ya no está encadenado a los objetos físicos y reales para poder llegar a conclusiones, sino que ahora puede pensar sobre situaciones hipotéticas, imaginándose todo tipo de escenarios sin necesidad de tener una representación gráfica o palpable de los mismos. Así el adolescente podrá razonar sobre problemas más complejos.
Características de esta etapa de desarrollo
Esta etapa que, como ya hemos comentado, tiene sus inicios entre los 11 y 12 años y dura hasta superada la adolescencia, presenta las siguientes características.
1. RAZONAMIENTO HIPOTÉTICO-DEDUCTIVO
Otro de los nombres que dio Piaget a esta etapa fue la del “razonamiento hipotético-deductivo”, puesto que este tipo de razonamiento es esencial durante este período de desarrollo. Los niños pueden pensar en soluciones en base a ideas abstractas e hipótesis.
Esto es observable viendo cómo son frecuentes a finales de la infancia y principios de la adolescencias preguntas del estilo “qué pasa si...”
Mediante estos planteamientos hipotéticos los jóvenes pueden llegar a muchas conclusiones sin necesidad de tener que basarse en objetos físicos o soportes visuales. A estas edades se les presenta un gigantesco mundo de posibilidades para resolver todo tipo de problemas. Esto hace que tengan la capacidad para poder pensar científicamente, planteándose hipótesis, generando predicciones e intentar responder a preguntas.
2. RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
Como hemos comentado, es a estas edades en las que se adquiere un pensamiento más científico y reflexionado. El individuo tiene una mayor capacidad para abordar problemas de manera más sistemática y organizada, dejando de limitarse a la estrategia del ensayo y error. Ahora plantea en su mente escenarios hipotéticos en los que se pregunta cómo podrían evolucionar las cosas.
Aunque la técnica del ensayo y error puede ser de ayuda, obteniéndose beneficios y conclusiones mediante ella, el disponer de otras estrategias de resolución de problemas expanden de forma significativa el conocimiento y experiencia del joven. Los problemas se resuelven con unos métodos menos práticos, usando la lógica que antes el individuo no disponía.
3. PENSAMIENTO ABSTRACTO
La etapa anterior, es decir, al de las operaciones concretas, los problemas se resolvían necesariamente teniendo objetos a mano, para poder entender la situación y cómo darle solución.
En cambio, en la etapa de las operaciones formales los niños pueden trabajar a partir de ideas que solo se encuentren en su cabeza. Es decir, pueden pensar en conceptos hipotéticos y abstractos sin que hayan tenido que experimentarlos de forma directa con anterioridad.
Diferencia entre la etapa de las operaciones concretas y la de las formales
Es posible ver hasta si un niño se encuentra en la etapa de las operaciones concretas o en la etapa de las operaciones formales preguntándoles lo siguiente:
Si Ana es más alta que su amiga Luisa, y Luisa es más alta que su amiga Carmen, ¿quien de todas ellas es más alta?
Los niños que se encuentran en la etapa de las operaciones concretas necesitan algún tipo de soporte visual para poder entender este ejercicio, como un dibujo o muñecos que representen a Ana, Luisa y Carmen y, así, poder averiguar quien es la más alta de las tres. Además, según Piaget los niños en estas edades no tienen problemas para ordenar objetos en función de características como la longitud, el tamaño, el peso o el número (seriación), pero sí que les cuesta más con tareas en las que tienen que ordenar a personas.
Esto no sucede en niños mayores y adolescentes, que ya se encuentran en la etapa de las operaciones formales. Si se les pregunta quién es la más alta de las tres, sin necesidad de tener que dibujar a estas tres niñas, sabrán contestar el ejercicio. Analizarán la frase, entendiendo que si Ana > Luisa y Luisa > Carmen, por lo tanto, Ana > Luisa > Carmen. No les resulta tan complicado hacer actividades de seriación independientemente de si lo que tienen que ordenar son objetos o personas.
EXPERIMENTOS DE PIAGET
Piaget realizó una serie de experimentos para poder comprobar el razonamiento hipotético-deductivo que atribuía a los niños mayores de 11 años. El más simple y conocido para comprobar esto fue el famoso “problema del tercer ojo”. En este experimento se les preguntaba a niños y adolescentes que, si tuvieran la opción de poder tener un tercer ojo, dónde lo colocarían.
La mayoría de los niños de 9 años decían que lo pondrían en la frente, justo encima de los otros dos. Sin embargo, al preguntarle a niños de 11 años en adelante, éstos daban respuestas muy creativas, eligiendo otras partes del cuerpo para colocar el tercer ojo. Una respuesta muy común era colocar ese ojo en la palma de la mano, para poder ver lo que había detrás de las esquinas sin tener que asomarse mucho, y la otra era tener ese ojo en la nuca o detrás de la cabeza, para poder ver quien estaba detrás siguiéndonos.
Otro experimento conocido, realizado junto con su colega Bärbel Inhelder en 1958, fue el experimento del péndulo. Este consistía en presentarle a los niños un péndulo, y se les preguntaba cuál o cuáles creían que eran los factores que influyen en la velocidad de oscilación del mismo: longitud de la cuerda, peso del péndulo y la fuerza con la que se impulsa.
Los sujetos experimentales debían ir probando a ver si descubrían cuál de esas tres variables era la que cambiaba la velocidad de movimiento, midiendo esta velocidad en cuántas oscilaciones hacía por minuto. La idea era que debían aislar diferentes factores para ver cual de ellos era el correcto, siendo únicamente la longitud la respuesta correcta, dado que cuando más corta sea más rápido se moverá el péndulo.
Los niños más pequeños, que todavía se encontraban en la etapa operacional concreta, intentaban resolver esta actividad manipulando varias variables, muchas veces al azar. En cambio, los más mayores, que ya se encontraban en la etapa de las operaciones formales, intuían que era la longitud de la cuerda lo que hacía que el péndulo, independientemente de su peso o fuerza que se le aplicara, se moviera más rápido.
CRÍTICAS A PIAGET
Si bien los hallazgos realizados por Piaget e Inhelder fueron útiles, al igual que pasó con sus afirmaciones con respecto a las otras tres etapas propuestas en su Teoría del Desarrollo Cognitivo, la etapa de las operaciones formales también fue objeto de experimentos para refutar lo que se sabía sobre ella.
En 1979 Robert Siegler llevó a cabo un experimento en el que presentaba a varios niños una viga de equilibrio. En ella iba colocando varios discos en cada extremo del centro de equilibrio, e iba cambiando el número de discos o los movía a lo largo de la viga, preguntándole a sus sujetos experimentales que predijeran hacía dónde se inclinaría la balanza.
Siegler estudió las respuestas que daban los niños de 5 años, viendo que su desarrollo cognitivo seguía la misma secuencia que había planteado Piaget con su Teoría del Desarrollo Cognitivo, especialmente en relación con el experimento del péndulo.
A medida que los niños eran mayores, éstos tenían más en cuenta la interacción entre el peso de esos discos y la distancia con respecto del centro, y que eran esas variables las que permitían predecir exitosamente el punto de equilibrio.
Sin embargo, la sorpresa vino cuando hizo este experimento con adolescentes de entre 13 y 17 años. Al contrario de lo que había observado Piaget, en estas edades seguía habiendo algunos problemas con respecto el pensamiento hipotético-deductivo, teniendo algunos de ellos problemas para saber hacia dónde se inclinaría la balanza.
Esto hizo suponer a Siegler que este tipo de pensamiento, más que dependiente del estadio madurativo, dependería del interés del individuo por las ciencias, su contexto educativo y facilidad para la abstracción.