La convivencia en pareja es uno de los espacios que las personas compartimos, y como en todo espacio de interacción humana se presentan conflictos, y en muchos casos se debe a que cada integrante de la pareja se incorpora a la relación, con experiencias de su familia de origen, considerando que está es la "mejor" forma para la construcción de la nueva familia, y a la vez olvidando el paso de dejar de ser hijo/a (ya no depender emocionalmente de la familia de origen) sin diferenciarse de su familia de origen, por lo que cada uno/a trata de imponer esos mandatos y creencias en su nueva familia.
Todo ello, paulatinamente, va generando dificultades en la pareja, malentendidos, enojo mutuo y con el tiempo van desgastando la relación. De ahí la importancia que la pareja, deba recibir apoyo, para identificar los mandatos que traen de sus familias de origen, los puedan negociar, con su pareja actual, y de esta manera, construyan sus propias costumbres, hábitos y tradiciones en la nueva familia.
LOS CONFLICTOS POR FALTA DE DIFERENCIACIÓN
El presente artículo pretende hacer una reflexión respecto a la influencia que tiene la falta de diferenciación de los integrantes de una pareja en la resolución de sus conflictos, esto a partir de que ambos mantienen las enseñanzas y aprendizajes de sus familias de origen, sin darse la opción de generar sus propias estructuras relacionales de convivencia, sino que estás, están minadas por los aprendizajes previos que, si son importantes, pero impiden el propio desarrollo de la pareja, ya que no les permite afrontar y resolver los conflictos cotidianos que se les presenta, lo cual les impide consolidarse como pareja que está construyendo su familia.
Una de las exigencias de la convivencia en pareja es la emancipación de la familia de origen, proceso que se da a partir del proceso de diferenciación del sí mismo frente a la familia, es decir, generar autonomía emocional y económica. Sin "dejar de ser hijo/a" (sobre todo que la emocionalidad no esté vinculada a la familia de origen) las posibilidades de ser pareja, conformarla y consolidar la propia pareja y familia se dificultará, por no darse la oportunidad de nuevos aprendizajes, que implica el estar en pareja. Si no se dan estos aspectos, irán paulatinamente apareciendo las dificultades en la construcción y la consolidación del ser pareja.
EL CONCEPTO DE DIFERENCIACIÓN DEL SÍ MISMO
Este concepto se relaciona con el grado en que una persona se va diferenciando emocionalmente del padre y de la madre, que pueda tomar decisiones sin necesidad de tener la aprobación de sus padres, que pueda realizar actividades a pesar de que estos no estén de acuerdo y su vínculo, no se vea afectado, sino se acepte sus decisiones y no se lo quiera o se dejen manipular por la familia de origen.
Las personas que han logrado la diferenciación de su familia de origen son capaces de involucrarse en relaciones interpersonales sanas, placenteras y exitosas, quizás porque han desarrollado un estilo de apego seguro, que les permite reconocer espacios y relaciones sanas de espacios y relaciones patológicas, por lo cual buscarán sostener los primeros y distanciarse de los otros.
ÉXITO EN LA PREJA Y DIFERENCIACIÓN
Para lograr el éxito de una pareja es vital que se dé la desvinculación de la familia de origen, la cual se instaura cuando los hijos son adolescentes, porque surge la necesidad reproductora en ellos, obligándoles a buscar fuera del seno familiar a alguien que esté dispuesto a satisfacer sus demandas sexuales. Es así que cuando los/as hijos/as se permiten salir de su sistema familiar de origen hacia el encuentro de nuevas relaciones interpersonales, pueden establecer vínculos amorosos placenteros.
De este modo, el inicio de una relación conyugal consiste en el encuentro de dos personas extrañas y completas, dejando de lado este pensamiento de dos personas incompletos que esperan completarse con su pareja, lo cual los puede llevar al fracaso. De ahí que cada integrante de la pareja debe reconocer lo que piensa, siente y actúa en su relación y cómo han construido los significados de los intercambios emocionales y conductuales en pareja, y cuáles pueden generar sufrimiento y distancia.
Para ello se puede recurrir a historias familiares, que de una u otra manera están presentes en la cotidianidad de la pareja y en la resolución de conflictos. Si los miembros de la pareja no reconocen la importancia de la diferenciación de sí mismos; que es la emancipación de la familia nuclear, para poder conformar y construir su propia familia, con base en sus creencias, aprendizajes, expectativas personales, más que en aquellas que fueron fundadas por las familias de origen.
Los conflictos en la pareja se mantendrán y se incrementarán llevando a la pareja, sea al divorcio, situaciones de violencia o sostener una relación no satisfactoria, solo por el qué dirán.
Se deja claro que la pareja no es que quede libre o ajena al conflicto, sólo que al presentarse un conflicto, problema u otro factor que altere la adecuada convivencia, se podrá afrontar y resolver sin lastimar la relación, sino más bien fortaleciéndola y consolidándola; es decir, cada discusión en la pareja, en vez de alejarlos, debe acercarlos más, porque un tema, situación, o idea que se ha resuelto, no debería volver a surgir como dificultad más adelante.
De esta manera, para lograr el proceso de diferenciación, se van desarrollando estrategias que permitan afrontar la convivencia en pareja de tal manera que sea más armónica, simétrica, respetuosa de sí mismo y de la identidad del otro, mantenga una intensa relación emocional y reconociéndose como seres individuales de su familia de origen, que están construyendo algo conjunto y a su manera. Esto no significa alejarse de la familia de origen, sino reconocer que están como pareja, en la construcción de algo propio, algo que debe llevar sus propios hábitos, costumbres y formas de funcionamiento.