Un trastorno de la conducta alimentaria o TCA consiste en un patrón persistente relacionado con la conducta de comer que no es saludable. Estos patrones están asociados a malestar emocional, social y físico.
Los TCA ocurren con independencia del género, raza o edad de la persona que lo padece, aunque existan grupos más vulnerables como ocurre en la adolescencia. En este artículo nos centraremos en las conductas que nosotros, cómo familiares, amigos y conocidos, podemos controlar en la prevención de un trastorno de la conducta alimentaria en la persona vulnerable de nuestro entorno.
CONDUCTAS DE RIESGO
Hay que tener en cuenta determinadas conductas que, inconscientemente y sin mala intención, podemos tener como familiares y que ayudan a personas en riesgo de sufrir un TCA a desarrollarlo. Estas conductas son especialmente negativas a partir de los 5-6 años de edad, pudiendo ser:
1. Bromas, burlas o desaprobaciones sobre el cuerpo o la forma de comer del hijo/a
Esto puede parecer inocente, pero puede ayudar a comenzar o agravar una insatisfacción corporal, haciendo que la persona empiece a no estar a gusto con su cuerpo. Esto es especialmente importante en edades en las que no está del todo desarrollada la autoestima y que las figuras de apoyo son una referencia casi indiscutible.
2. LA PRESENCIA DE PADRES O MADRES MUY PREOCUPADOS POR SU FIGURA
Es decir, padres o madres siguiendo dietas restrictivas para controlar el peso (sin justificaciones médicas para hacerlo). Esto se debe a que los menores aprenden, entre otras formas, fijándose en cómo actúan los demás. Es decir, tienen modelos a seguir e imitar. Si las figuras de apego más cercanas realizan dietas para estar perder peso y es sinónimo de belleza y aprobación ¿por qué con ellos sería diferente?
PAUTAS GENERALES QUE REALIZAR EN EL ÁMBITO FAMILIAR
Si ya nos encontramos con que tenemos un familiar con TCA en casa, lo mejor que podemos hacer es recoger unas pautas para poder llevar mejor esta situación y reducirla o no agravarla:
Aprender y establecer hábitos alimentarios sanos.
Hacer las comidas acompañada por familiares o amigos o, al menos, una comida en familia al día (priorizando la comunicación y el tiempo en familia).
Hacer ejercicio físico de forma regular y adecuado para la edad y condición física.
Facilitar la comunicación entre los miembros de la familia, empatizando con la persona que padece el TCA.
Evitar que las conversaciones giren de manera insistente sobre la alimentación y la imagen corporal.
No realizar bromas y desaprobaciones sobre el cuerpo, su forma, el peso.
No hacer críticas sobre la forma de comer, por ejemplo.
Valorar aspectos positivos como el desarrollo personal y no la perfección como objetivo.
Ayudar a construir la autoestima de los niños y adolescentes, por ejemplo, haciéndoles ver sus logros más que los fracasos.
No permitir a la persona con TCA entrar en la cocina y mantener la puerta cerrada.
No permitir a la persona con TCA manipular los alimentos.
No permitir a la persona con TCA cambiar los alimentos del menú pactados, especialmente cuando intervenga un nutricionista.
Ajustar el tiempo de la comida a 45 minutos.
No dejar comida en el plato si es una cantidad adecuada y está regulado por un profesional.
Hacer reposo después de las comidas.
No permitir a la persona con TCA ir al supermercado, a las pastelerías, etc.
No dejar a la persona con TCA sola en casa.
No permitir a la persona con TCA ir al baño después de comer para evitar que vomite lo ingerido.
Acudir a profesionales tanto de la salud mental como médicos especialistas en este tipo de trastornos.