Entre abusos y drogas

A finales de los noventa y principios de los 2000, Mena Suvari se convirtió en una de las estrellas más brillantes Hollywood

Ciudad de México

A sus 20 años, protagonizó una de las escenas más icónicas de la historia del cine, sumergida en una bañera cubierta de pétalos de rosas, cuando se puso en la piel de Angela Hayes en Belleza Americana (1991). Su interpretación le valió un premio del Sindicato de Actores e incluso logró ser nominada al BAFTA

Además del filme en el que compartió créditos con Kevin Spacey, la saga de American Pie y la serie Seis Pies Bajo Tierra le valieron un hueco en la industria. Una posición que no logró mantener en las dos siguientes décadas, donde sus papeles se han limitado, en su mayoría, a series más discretas o a filmes para TV.

Sin embargo, su vida distaba de ser perfecta, pues más allá de su carrera profesional y detrás de esa apariencia dulce y sensual, combinación fomentada en el cine hace un par de décadas, la originaria de Rhode Island escondía una historia llena de abusos y drogas, que decidió revelar ahora, a sus 43 años, en su libro “The Great Peace: A Memoir”, que ayer salió a la venta.

“Entre los 12 y los 20 años fui víctima de abusos sexuales de forma continuada”, publicó la revista People, que tuvo un adelanto en exclusiva del libro. 

 Desde su primera adolescencia sufrió abusos, que se perpetuaron durante su juventud. Diversos hombres abusaron de ella de forma constante, lo que la llevó a consumir drogas y vivir “una doble vida.

“Cada vez que iba a filmar, cada vez que me entrevistaban, estaba actuando,. Era otro papel para mí: en el que fingía que todo estaba bien”, escribió. 

Los abusos empezaron cuando estaba en sexto año, a sus 12 años. Se acababa de mudar con su familia a Carolina del Sur y se sentía “la chica nueva”, alguien que estaba “intentando encajar”, según relata. 

Un amigo de uno de sus hermanos mayores, a quien nombra como KJ, la presionó para mantener relaciones sexuales. Ella recuerda negarse repetidamente, hasta que un mes antes de cumplir los 13 años, él la metió en un dormitorio de su casa y la violó.

“Parte de mí murió ese día. Él me usó, se divirtió conmigo y después se deshizo de mí. Me llamó puta. No llegué a contemplar el sexo como algo sano. El momento de hacerlo se me escapó. Y eso, unido a que no me sentía escuchada ni percibida, estableció el concepto que tenía de mí misma. Esa era mi valía”, relata.

Suvari asegura que se culpó a sí misma porque “permitió que ocurriera”, de acuerdo con sus memorias.