Un brutal carcelero, un grupo desorganizado de reclusos y una red de misterios sin resolver convergieron en un relato siniestro de supervivencia, desafío y la búsqueda de la verdad.
EL DESAFÍO DE LA SUPERVIVENCIA
Los ocupantes principales de la isla habían aprendido a adaptarse a sus sombrías circunstancias. Algunos se volvieron hábiles en construir chozas rudimentarias con madera flotante y materiales recuperados, mientras que otros utilizaron el conocimiento adquirido con el tiempo para crear moradas más permanentes.
Los reclusos de larga data, impulsados por el deseo de autosuficiencia, habían creado jardines de hierbas y verduras ocultos entre la densa vegetación.
En este entorno implacable, la supervivencia se convirtió en un desafío diario. Los reclusos recurrieron a la caza de aves marinas que anidaban a lo largo de las paredes, a la pesca en aguas traicioneras y a la búsqueda de bayas y otros frutos. (@Google/Pinterest)