Laura golpeó fuerte la puerta de la casa de Karina porque el timbre no sirve. Con palabras cortas dio la explicación de lo que ocurría en la iglesia: “Luz y El Mero están en la iglesia ahorita”.
Esa mañana Karina se vistió lo más rápido que lo había hecho en su vida. Junto con su amiga fueron a la iglesia.
Mientras que el padre daba la Santa Misa, un murmullo de jóvenes pronosticaba un enfrentamiento en el atrio. Dos jovencitas por un joven. Todos sabían que Karina era gritona y había peleado algunas veces contra algunas compañeras de la secundaria, en cambio, Luz nunca había peleado ni siquiera a palabras.
La idea de Luz era llevar a El Mero a la iglesia, pero lo hizo porque le convenía. Su intención era continuar su empresa de empanadas y ser mensajera de la venta de drogas de El Mero. Sabía bien que le pagaban por transportar droga bajo el disfraz de vendedora de empanadas y no mensajera de drogas y como nunca había utilizada la palabra droga con El Mero pensó que quizá él no sabía que estaba enterada de dónde provenía el dinero.
Después del Padrenuestro llegó Karina y Laura a la iglesia. Entraron y de inmediato localizaron a Luz y El Mero. Los demás jóvenes los veían y adivinaban lo que iba a suceder: Aquí va haber pelea.
“Se puede ir en paz...” Las palabras del padre parecían la campanada para iniciar la riña.
Por el pasillo central de la iglesia salieron caminando Luz y El Mero, quien notó la presencia de su “ex” parada a un lado de la puerta principal.
-Párate ahí.
-Espérate Karina.
-Tú cállate, le hablo a ella.
-Mira, mejor te calmas.
-No, ella me las va a pagar.
Karina fijó su mirada en Luz, quien en ningún momento respondió las agresiones verbales y continúo su camino hacia el atrio de la iglesia acompañada por El Mero.
Llena de rabia, Karina fue tras de ella, la tomó del brazo izquierdo y la obligó a que le viera de frente.
-Tú me quitaste a tu novio.
-¡No, tu novio te dejó por mí!
Hasta la propia Karina quedó sorprendida de las palabras de Luz. Pensó que la jovencita se iba asustar, pero tomó una actitud de reto. Ambas quinceañeras se miraron a los ojos, en una se veía el odio y en la otra la valentía. El Mero se convirtió en un espectador, rodeado de decenas de jóvenes de la colonia. No sabía como evitar la pelea, pero se sintió muy gallardo que dos mujeres se pelearan por él.
Karina y Luz tenían sus manos en puños, pero nadie se atrevía a dar el primer golpe, hasta que habló Laura: Ándale, Karina, golpéala.
La pelea comenzó cuando Karina le lanzó un golpe a la cara de Luz, quien respondió con un tirón de cabello. Ahora, entrelazadas, cayeron al suelo alentadas por porras de los jóvenes de la colonia.
Luz sacó ventaja de la pelea y una asustada Karina pidió ayuda a Laura, quien se negó a intervenir en la riña por miedo al regaño de su mamá.
Siguió la agresión de Luz contra Karina, quien ya no podía defenderse y su maquillaje se confundía con la sangre que salía de su nariz y labios.
Una sirena de la policía acabó con la pelea. Decenas de jovencitos corrían para evitar ser arrestados.
-Ya, ya, Luz deja a Karina.
-Eso es para que aprendas, y al rato también te pego a ti Laura.
-Vas a ver, te voy a buscar.
-Para que lo sepas, El Mero sí es mi novio.
El Mero también quedó sorprendido de la buena pelea que dio Luz, pero más sorprendido quedó de la afirmación de que ya eran novios. No quiso preguntarle nada a Luz. La acompañó a su casa y luego se fue a la suya a seguir durmiendo, porque el sábado anterior se fue de fiesta.
Laura se quedó consolando a su amiga. Karina, lastimada en su orgullo y en su cuerpo, juró vengarse de Luz y El Mero.
-Buenas tardes, Guardia Nacional.
-Oiga, quiero denunciar a un vendedor de drogas de la colonia Benito Juárez.
-Sabe quién es y dónde vive.
-Sí, le dicen El Mero y sé donde vive.
Continuará...