"Andábamos en la noche en la colonia Cuauhtémoc y de repente en la oscuridad, por la calle Morelos, salieron tres personas que iban a caballo; nosotros ya nos habíamos estacionado y ni se veían, los notamos por el ruido del cabalgar y las herraduras de los caballos y porque uno de los jinetes gritó.
"¿Qué pasaría si nosotros hubiéramos salido y no los viéramos y los atropelláramos?, porque ni modo que los caballos traigan luces delanteras y traseras", refirió Raúl Ríos, quien acompañaba a su padre para una cuestión de trabajo.
Si bien durante el día los corceles y sus jinetes son más fáciles de percibir para los automovilistas, conforme pasan los meses aumenta el número de cabalgantes por las calles de la cabecera municipal.