El cáncer de mama es el tumor maligno más frecuente entre las mujeres, en México representa la primera causa de muerte por cáncer en las mujeres, esto según el Instituto de Salud Pública (INSP). Octubre se conoce como el mes de la lucha contra el cáncer de mama, es cuando más campañas de sensibilización hay a nivel mundial, para detectar a tiempo este padecimiento y se pueda dar un tratamiento oportuno, como el que tomó María Eugenia Maní Nava, una sobreviviente de este mal.
Aproximadamente hace tres años un día 20 de abril, María Eugenia se detectó una bolita en un seno, era muy palpable, grande y doloroso cuando se presionaba, desconcertada por lo que le estaba pasando acudió al médico quien le dijo que le notaba algo raro, no le gustaba el aspecto que tenía lo que se le había descubierto e inmediatamente la envió a hacerse una mastografía también conocida como mamografía, que es un estudio de Rayos X o radiografía de los senos en el que se toma una serie de placas que son interpretadas por un médico radiólogo.
A los cuatro días de haberse hecho este estudio, Eugenia fue llamada por la jefa de medicina preventiva de la Unidad Médica Familiar número 17, quien le dijo que había salido sospechosa de cáncer de mama, fue entonces que de inmediato la mandan con el oncólogo, le hicieron una biopsia, el resultado de esto fue que tenía cáncer en etapa dos.
El cáncer de mama se mide en 4 etapas, 1 y 2 significa que este padecimiento no se ha propagado, 3 y 4, quiere decir que creció más allá, siendo la etapa 4 la mayor, cuando el cáncer se propaga a otros órganos.
“Cuando me dijeron que tenía cáncer, a mi mente llegaron recuerdos, yo vengo de una familia de la cual una hermana y mi padre murieron de cáncer y miraba los recuerdos de cuando yo los estaba cuidando, atendiéndolos a ellos, había vivido sus procesos, que no fueron nada fácil, ellos pasaron por cirugías, por quimios, el enterarme que yo también tenía cáncer me llegó por sorpresa, me dio miedo, pero decidí poner mi confianza en Dios”, platica María Eugenia.
Asimismo agregó: “Yo pasé por 16 quimios y 20 radiaciones, fue un proceso doloroso, difícil, no solo para mí, sino también para mi familia, sufrí porque físicamente ya no era la misma, perdí mucha energía, se me empezó a caer mi cabello, mi piel cambió, me dio mucha tristeza, mucha nostalgia al verme a un espejo, me extirparon toda la mama, pero en si lo más doloroso de todo este proceso era pensar en mi familia, pensar en mi hijo, uno como mamá no piensas faltarle a tu familia, menos cuando tienes un hijo adolescente, es pequeño y me necesita, sentí mucho temor, no quería perder la batalla como mi hermana y mi padre”.
Maní Nava finalizó: “Fue un desgaste tanto físico, moral, como económico, pero la clave de esto es no permitirte abandonarte, mi familia siempre estuvo conmigo en este proceso, pero a veces yo me sentía sola, a veces fingía sonreír para que mi familia no se preocupara, lloraba a solas en la regadera, pero mi fe en Dios no menguaba, a él yo clamé siempre, de pronto después de todo este difícil proceso, me dicen que ya estoy limpia, que ya no tengo cáncer, por eso les digo a todas las mujeres que están pasando por lo que yo viví que hay esperanza, te animo a que le eches ganas, el simple hecho de faltarnos una parte de nuestro cuerpo no nos quita el ser mujer, seguimos siendo mujeres, valemos mucho, tenemos un cerebro, un corazón, y no dejen de confiar en Dios, búsquenlo, refúgiense en él, tengan fe y sigan adelante”.