Las “Poquianchis” es el caso más celebre de mujeres asesinas seriales que ha ocurrido en México.
Tanta influencia tuvieron en la sociedad que hasta el director de cine Felipe Cazals filmó la historia basada en el libro “Las Muertas” del escritor Jorge Ibargüengoitia.
También cambió el concepto de que se tenía de las mujeres que se dedican a la prostitución, porque antes se pensaba que nadie era obligada a prostituirse.
Desde 1954 hasta 1964, las hermanas Carmen, Delfina, María de Jesús y María Luisa González Valenzuela vivieron en la impunidad que compraban a policías y jueces corruptos.
Tenían un burdel que perteneció a un hombre homosexual que apodaban “el Poquianchis”. Aunque las hermanas le cambiaron el nombre al bar, la gente seguía llamándolo “poquianchis” y de ahí el apodo pasó a las mujeres.
Los hechos ocurrieron en San Francisco del Rincón, Guanajuato, pero las hermanas abrieron su primera cantina en San Juan de Lagos, Jalisco.
Las hermanas González Valenzuela eran una familia disfuncional.
Un padre que las maltratabas y una madre sumisa y fanática religiosa.
Poco a poco las hermanas González se empezaron a liberar del padre violento y se alejaron para iniciar su vida como empleadas de un bar, pero pronto se adueñaron y convirtieron en un burdel.
Delfina, la mayor de las hermanas y la líder, empezó a contratar a mujeres jóvenes y pobres con el engaño de que serían contratadas como servientas de familias adineradas de Jalisco.
Pero la realidad es que las esclavizó y las convirtió en prostitutas. Las mujeres eran sometidas a un trato inhumano. Y si alguna de ellas protestaba era castigada a latigazos y le quitaban sus alimentos.
También si una de ellas quedaba embarazada era obligada a abortar por medios caseros. Si no se lograba el aborto, el hijo era asesinado y enterrado en el patio del burdel.
Se descubrió que unas de las mujeres forzadas a la prostitución murió de hambre.
Policías corruptos daban protección a las hermanas González Valenzuela, es por eso que pudieron trabajar sin ningún dificultad.
Pero en 1964, Catalina Ortega, logró escapar del burdel y acudió a la Policía Judicial de León, Guanajuato, para denunciar a “las Poquianchis”. Pero los policías no le creyeron.
Le contestaron que las mujeres que se dedican a la prostitución lo hace por gusto y nadie es forzada.
Para buena fortuna de Catalina, un reportero de la revista Alarma! estuvo presente cuando denunciaba los hechos.
El reportero sí le creyó y denunció la prostitución forzada.
Ahora los policías se vieron obligados y giraron una orden de cateo en el burdel.
Ningún policía ni la sociedad de aquel entonces estaba preparada para conocer uno de los más horrendos casos de violación, prostitución forzada, secuestro, corrupción, satanismo y crímenes en serie.
Al hacer el cateo encontraron muchos cuerpos de mujeres asesinadas. No sé sabe cuántos crímenes cometieron. Pero se habla de más de 28 crímenes.
Todas las hermanas fueron aprehendidas. El caso fue seguido por la prensa nacional.
La condena fue de 40 años de prisión, pero dos de ellas murieron en la cárcel.
Delfina, la mayor, murió de cárcel de Irapuato en 1968; María Luisa, apodada “Eva la Piernuda”, murió también la cárcel de Irapuato, en 1984 por cáncer hepático.
María de Jesús obtuvo su libertad luego de pasar más de 30 años de prisión, pero murió tiempo después.