“Mátame o te irá mal en el infierno”, le dijo Adolfo de Jesús Constanzo a Álvaro de León Valdés, apodado El Duby.
En mayo de 1987, en el rancho Santa Elena, a 26 kilómetros de Matamoros, Tamaulipas, fueron descubiertos 13 cuerpos mutilados, utilizados en ritos satánicos.
Los hechos fueron conocidos como los crímenes de los Narcosatánicos.
El líder era Constanzo, un haitiano de 27 años, quien se nacionalizó estadounidense y creyente del rito de vudú Palo Mayombe.
Pensó que la brujería y el dinero procedente del narcotráfico lo iba hacer inmune a las balas, pero no fue así, prefirió morir a manos de su leal sirviente El Duby que entregarse a las corporaciones policiacas.
Junto con él murió Martín Quintana, su amante.
Los capturados con vida fueron El Duby, además de Omar Orea Ochoa, quien tenía 22 años, quien también era su amante, y Sara María Aldrete Villerreal, la única mujer del grupo y considerada una sacerdotista.
Sara Aldrete era una joven estudiante de Educación Física, además de guapa, era pariente de Américo Villarreal Guerra, en aquel entonces Gobernador de Tamaulipas.
El escándalo se desató porque uno de los 13 cuerpos mutilados era de Mark Kilory, un joven estadounidense, quien era buscado por su familia con la ayuda del gobierno de Estados Unidos.
Al cuerpo de Mark le fue arrancada la columna vertebral, sus órganos fueron vaciados, su cráneo destrozado y sin masa encefálica. Fue un horror verlo hasta por los propios policías de Matamoros.
Se inició una cacería por todo el país para encontrar a los culpables, que fueron bautizados por como los narcotasánicos, ya que en la ciudad fronteriza, cerca del rancho Santa Elena, fue localizado un altar vudú donde se realizaron ritos de sacrificios humanos.
El crimen de Marck motivó la participación del FBI y la DEA. Aunque nunca fue demostrado, se cree que sus agentes cruzaron ilegalmente el país para participar en la búsqueda de los homicidas.
Las pistas llevaron a la policía mexicana a la detención de Jorge Morán o Salvador Antonio Villazo y Víctor Manuel Antúnez Flores.
La aprehensión se realizó el 24 de abril de 1989 en el departamento 31 de la calle de Londres y era uno de los principales centro de operativos de Constanzo.
En este lugar se sacrificó al homosexual Ramón Paz Esquivel, apodado La Claudia.
Los detenidos delataron en lugar en donde Constanzo se escondía.
La Policía capitalina se dirigió a una casa en Bosques de Echegaray, en el Estado de México. La vivienda era de María del Rocío Cuevas Guerra, una de las “alumnas” del rito vudú.
En el lugar estaban atrincherados y armados Constanzo, El Duby, Martín Quintana, Omar Orea y Sara Aldrete.
El 6 de mayo de 1989 comenzó el fin de lo narcosatánicos. Un final lleno de balas.
Constanzo se dio cuenta de la presencia policiaca y comenzó a disparar su Uzi automática. Su mala puntería evitó bajas entre los agentes.
Durante 45 minutos hubo confusión, gritos e insultos de Constanzo contra los policías y terror entre los vecinos.
Parte de la confusión fue que Constanzo les lanzó dólares a los policías y algunos agentes se ocuparon en rescatarlos.
Dentro de la vivienda, Sara Aldrete y Omar Orea se escondieron debajo de una cama, mientras que El Duby y Martín Quintana seguían a su líder.
El intercambio de balas se creció y las autoridades avanzaban hacia la vivienda. Constanzo sabía que estaba perdido y trató de obligar a sus seguidores a morir con él, pero les perdonó la vida.
Los policías estaban a punto de llegar, cuando Constanzo le entregó la Uzi a El Duby y lo amenazó que le iría mal en el infierno si no obedecía sus órdenes de matarlo.
El Duby no aceptó, pero presionado por su líder lo asesinó a su jefe y a Martín Quintana, ya que estaban abrazados.
La policía entró a la vivienda y capturó a los demás. Se acabó la banda de los narcosatánicos. Aunque para muchos siguen operando en Monterrey, Ciudad de México y en Matamoros.
¿Qué fue de ellos?
Sara María Aldrete Villarreal aún se encuentra recluida en el penal del Distrito Federal. Ahí se convirtió en pintora, escritora y participa en las actividades culturales de la prisión.
Álvaro de León Valdés sigue preso.
Omar Orea murió por Sida en prisión.
El escándalo se desató porque uno de los 13 cuerpos mutilados era de Mark Kilory, un joven estadounidense, quien era buscado por su familia con la ayuda del gobierno de Estados Unidos.