Temen al tren pero se niegan a salir de ahí
A un metro de las casas improvisadas pasa el ferrocarril que ya alguna vez descarriló
Ni el riesgo que corren ante el descarrilamiento del tren, ni las carencias que padecen al no contar con servicios básicos, son motivo para que familias que residen en sectores irregulares abandonen estos sectores.
Tal es el caso de las familias que fincaron sus hogares en el tramo conocido como “La Curva” en la colonia Manuel Tárrega.
Casas de madera y lámina, con el común denominador en estos asentamientos que siguen siendo irregulares aunque algunos, cuenten con energía eléctrica.
María Rosa Gutiérrez tiene ya diez años de vivir en “La Curva”, que se encuentra a menos de un metro de las vías del tren.
Asegura que no ha intentado reubicarse pues sus recursos económicos no se lo permiten y hasta el momento, ninguna autoridad se lo ha propuesto.
“Sí me da miedo, pero somos de bajos recursos, no puede uno buscar un lugar donde vivir porque no hay dinero”.
Recuerda que hace años se descarriló el tren, aunque fue algo alejado a su vivienda.
“Nos asustamos, pero se alcanzaron a salir unas góndolas, no cayeron en las casas gracias a Dios. Cayeron para mediación de la calle”.
Comenta que al pasar el tren, sienten temor pero se lo aguantan.
CASA PARA TRES
María Rosa comparte un solar con dos de sus hijos.
“Mi hija vive aquí, en este cuarto y al fondo tiene otro pedazo. Mi yerno me ayudo a hacer la casa. Ahorita no tengo gas. No tengo luz porque no hemos pagado el recibo, se descompuso el cajero y sólo pagamos 200 pesos”.
Comenta que cada bimestre pagan alrededor de 600 pesos, el cual paga, con lo que obtiene de limpiar vidrios.
“Mi hijo vive acá atrás”, comenta mientras nos pide cerrar los ojos para no ver, las carencias que padecen.
“Yo vivo aquí con mi niña embarazada”, nos muestra a una perrita que se mantiene sobre un sillón viejo que se encuentra en el patio.
-¿Si les ofrecieran un lugar dónde vivir, aceptarían?-.
“Pues que a todo a dar, claro que sí. Nomás no siendo por la salida a Monterrey porque está muy lejos, aquí cerca sí”.
Comenta que justo atrás de su hogar, existe un terreno que podrían habitar ya que no es irregular.
“Es un pedazo muy bueno, pero dicen que el señor lo da bien caro, creo que quiere un millón de pesos por la mitad. Yo a veces saco limpiado vidrios. A veces dan un peso, no todos dan. Cuando Dios está de buenas conmigo hay unos que me dan 200, 300 a veces hasta un billete de 500 pero no todos”.
Asegura que el día de ayer, logró reunir 300 pesos que se gastó en comida para toda su familia.
“Aquí nos damos la mano, a veces mi hija nos ayuda. Aquí hay una llave pública de agua y nos pasan, de ahí vamos tomando”.
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