El alcohol cada vez le sienta peor
Su cabeza le dice que quiere vino, pero su cuerpo responde basta. No está solo
Quién se resiste a un trago en la playa después de un día al sol. Su estómago o, más bien, todo su cuerpo menos su cerebro que sigue deseándolo como si tuviera 20 años. Pero si se encuentra entre los que primero se quitaron las cervezas, luego el vino blanco, y ya le van quedando cada vez menos bebidas con las que acompañar una comida de amigos, sepa que no es solo cosa suya: hay explicación médica.
No es que los efectos del alcohol sean distintos cuando usted ya ha entrado en los 40 o los 50 años que cuando su cuerpo tenía 20 años, lo que ocurre es que, según los expertos, algunos factores fisiológicos a partir de ciertas edades pueden contribuir a que la sensación tóxica se prolongue en el tiempo y lleguemos a sentir que las borracheras son peores. Por ejemplo:
1. El organismo va perdiendo agua con la edad. Y el alcohol, por ende, tiene menos posibilidades de diluirse. “Una vez ingerido, el alcohol pasa del sistema digestivo a la sangre, y ahí se distribuye según el contenido acuoso de nuestro organismo. Cuanta menos agua tengamos, menos se diluye. Digamos que estará más concentrado y esa persona será más sensible a sus efectos. Con una cantidad pequeña que para otro podría ser tolerable, en ella podría resultar más tóxica”, explica el doctor Francisco Camarelles.
2. La función hepática se altera. A medida que el cuerpo envejece, todo el metabolismo se ralentiza, también la función metabólica del hígado. “Ese enlentecimiento hepático hace que los efectos del alcohol sean más evidentes con menores cantidades ingeridas”, explica el doctor Francisco Pascual.
3. Algunas afecciones del aparato digestivo se manifiestan con más virulencia. El alcohol no es el mejor amigo de quienes sufren problemas de estómago y, por desgracia, algunos son más frecuentes a medida que cumplimos años. Por ejemplo, “el helicobacter pylori, bacteria responsable de la gastritis, que es una inflamación de las paredes del estómago, tarda hasta décadas en provocar daños, por eso se manifiesta más a partir de los 30 que de los 20”, explica el doctor Cristóbal de la Coba Ortiz.
Estos efectos son los que a buen seguro le habrán hecho reflexionar en algún momento acerca de que, tal vez, ya no compense beber tanto.
Que el alcohol, como indica el doctor Camarelles, “afecta igual de mal a jóvenes, adultos y viejos” pero, que con la edad, usted lo lleva peor. Lo que sí afirman los médicos es que los efectos del consumo moderado se acumulan.
El calimocho de la adolescencia. Las copas de los fines de semana a los veintitantos. Las múltiples cenas y comidas con vino en la treintena. Y a partir de los 40, las cañas “sagradas” del aperitivo, el vino en las cenas, y las copas después de alguna comida de trabajo.
Si hace un repaso a su trayectoria y a la de su entorno, verá que esta situación es algo de lo más habitual. Pues bien, como dice el doctor Pascual, de la Sociedad Socidrogalcohol, lógicamente, estos hábitos nos llevarán, poco a poco, a sufrir algún tipo de consecuencia.
“Con el paso del tiempo, aunque estos hábitos de consumo moderado, pero continuado, de alcohol no sean lo suficientemente importantes para dar una dependencia al alcohol, sí que provocan daños. Puede acabar originando un trastorno por consumo de alcohol leve, con indicios de transaminasas elevadas —unas enzimas que se encuentran en el interior de las células del hígado, el corazón, los riñones o los músculos—, de volumen corpuscular medio —el tamaño medio de los glóbulos rojos—, de incremento de los triglicéridos o del ácido úrico… Todos ellos marcadores indirectos muy comunes entre los bebedores, aunque pueden aparecer también en otras enfermedades”.
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