Ni la cerveza cura ni el vino adelgaza
Desconfía de supuestos estudios científicos sobre los efectos saludables de determinados productos; están financiados por la industria que los fabrica
La agencia de noticias Associated Press acaba de destapar un nuevo escándalo en la alimentación en Estados Unidos. Coca-Cola pagó 1,5 millones de dólares a una organización de lucha contra la obesidad, Global Energy Balance Network, para propagar en los medios la idea de que sus bebidas no son responsables de esta epidemia. El caso es un ejemplo más de cómo la industria que elabora productos históricamente poco saludables planta cara a las voces críticas: financiando organizaciones para que difundan estudios presuntamente científicos que promuevan su consumo. Y que de paso contradigan la evidencia y el consenso científico independiente.
Esos estudios se suelen transformar en titulares del estilo “La cerveza baja el colesterol” o “El vino previene la caries”. ¿Cómo podemos poner en su sitio estas noticias carentes de cualquier tipo de recomendación seria? Hay ejemplos a patadas, pero para ilustrar la cuestión de manera rápida y comprensible, usaremos dos de los más habituales: las bebidas alcohólicas y del azúcar.
En el primer caso, en las noticias nos encontramos casi a diario con montones de mensajes complacientes que destacan un determinado beneficio sobre la salud gracias a su consumo. A menudo podemos asistir a un triángulo amoroso entre los productores de bebidas alcohólicas –sobre todo cerveza y vino–, determinadas entidades vinculadas a la ciencia y los medios de comunicación. La razón es más que evidente: según la normativa, está prohibido hacer declaraciones de propiedades saludables en la publicidad o el etiquetado de bebidas con un grado alcohólico superior a 1,2%.
Por eso se hace imprescindible convertir este tipo de informaciones en una noticia en base a un supuesto “estudio científico”, o un reportaje desgranando las ventajas del consumo de bebidas alcohólicas: porque en ese caso se supone que no es publicidad. Así que ese se convierte en el único escenario posible para que los productores hagan llegar a los consumidores su mensaje: el que facilitan algunos medios de comunicación con el agregado de “la ciencia”.
Resumiendo: el mensaje respecto al alcohol, en base a la evidencia científica, debería centrarse en la advertencia de los riesgos, y de ninguna manera en santificar su consumo.
EL AZÚCAR DE LA VERGÜENZA
El caso de la industria del azúcar, los alimentos azucarados y la ciencia a medida es, si cabe, peor. Hace relativamente poco que somos conscientes del perjuicio que implica consumir grandes cantidades azúcar e hidratos de carbono altamente refinados. Sin embargo, y en contra de lo que la ciencia nos indica en la actualidad, la industria financia estudios que liberan al azúcar de toda culpa y, lo que es aún más vergonzoso y peligroso, lo elevan hasta el altar de lo dietéticamente indispensable.
En este trabajo de investigación se observó que los estudios financiados por la industria de las bebidas azucaradas suelen mostrar una relación menor entre el consumo de estos productos y la ganancia de peso y, en sentido contrario, las revisiones científicas independientes tienden a encontrar una relación claramente establecida entre su consumo y el aumento de peso. Más de lo mismo se puede contrastar en este otro estudio, todavía más contundente al respecto.
Si los estudios son independientes los resultados son claros: el consumo de bebidas azucaradas influye en el peso de los usuarios.
Y en sentido contrario: si los estudios están financiados por los productores, esta relación desaparece y se buscan otros culpables a los que cargarles el muerto. Casualmente, los medios de comunicación tienden a hacerse eco con mayor profusión de los estudios financiados que de los independientes, sin que se suela hacer mención al pequeño detalle de la financiación.
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