Placeres sin culpa

Sexo y vejez son términos compatibles que deben empezar a verse con naturalidad.

Así lo defiende la psicóloga y sexóloga Karla Barrios, quien considera que existe una cultura de criminalización respecto a las relaciones íntimas en la tercera edad, reflejada en términos despectivos como “rabo verde” o “lagartona”.

“Hay que acabar con esa idea de que las personas mayores no pueden seguir teniendo sexo y con esos hijos jóvenes, de apenas 40 años, que dicen “no, mis papás ya no pueden quedarse solos, disfrutan más estando con sus nietos”.

“Se les empuja a los abuelos a un rol de cuidadores y se les hace ver que el erotismo a su edad está mal”, critica la también terapeuta sexual.

Hay dos factores principales que influyen en una vida sexual activa pasada la sexta década de vida, apunta por su parte Eusebio Rubio, presidente de la Asociación Mexicana para la Salud Sexual.

En primer lugar, una buena salud en la que no hayan aparecido enfermedades propias de la edad como la hipertensión o la diabetes; en segundo término, la presencia de una pareja, ya sean esposos o un nuevo compañero o compañera conocidos tras haber enviudado.

“Los estudios demuestran que aquellos que mantienen su actividad sexual, y no necesariamente con un desempeño gimnástico como cuando eran más jóvenes, tienen mayor calidad de vida en muchas otras dimensiones; es una realidad de ida y vuelta”, explica Rubio.

En este sentido, hombres y mujeres tienen desempeños diferentes y formas distintas de afrontar el sexo en la tercera edad.

Si bien en ellas puede reducirse la lubricación o parte del deseo tras la menopausia, también son quienes mejor resisten posibles dificultades de salud; ellos, en cambio, son más propensos a padecer problemas de erección, no sólo por cuestiones físicas sino por la presión que han de soportar.

“Esta idea hollywoodense y fantasiosa referente al sexo perjudica mucho a las relaciones”, apunta Barrios.

Pero no todo ha de girar en torno a la penetración o al orgasmo, coinciden ambos especialistas. Actividades como el autoerotismo, la masturbación o las caricias tienen en la tercera edad su mejor campo de prácticas.

“Pese al deterioro corporal, el último órgano que se deteriora en la vejez es la piel; siempre va a estar sintiendo y eso se puede aprovechar para vivir nuevas experiencias eróticas”, aconseja la terapeuta sexual.