Sin armas contra el internet dañino
La policía recibe cientos de peticiones al día sobre contenidos nocivos en Internet, pero en la mayoría de los casos no son delito
Si mides 1,60, debes pesar 44 kilos; si mides 1,70, 48... Es la tabla de peso ideal según una de las múltiples páginas de internet que celebran la anorexia y la bulimia y ofrecen a sus seguidoras, la mayoría menores, consejos para matar el hambre — “Golpéate el estómago”; “mastica hielo”... —; y engañar a sus padres — “cuando vayas a vomitar, abre la ducha o pon música a todo volumen para que no te oigan”—. Forman parte de los llamados “contenidos nocivos” de la web. Hay días, según Silvia Barrera, de la Unidad de Investigación Tecnológica, que la policía recibe hasta 400 mensajes pidiendo que sean retirados. “Pero en la mayoría de los casos no podemos hacer nada. No son delito y los proveedores se amparan en la libertad de expresión”.
Además de esas páginas en las que se organizan competiciones para ver quién adelgaza más rápido —no comer nada suma 800 puntos—, en Internet también pueden encontrarse blogs que dicen cosas como estas: “La mujer es un animal, superior a otras especies pero no muy diferente a una mascota” y que muestran imágenes de chicas amoratadas seguidas del hashtag “a la mujer hay que pegarle”. Otros enseñan métodos para suicidarse o autolesionarse. Hay páginas que publican fotografías de cadáveres mutilados, animales torturados o crueles burlas sobre discapacitados presentadas como “humor negro”. La policía tiene las manos atadas en muchos casos. O es difícil probar un delito, como el de inducción al suicidio, o es imposible rastrear al responsable. “Cada vez son más y saben cómo hacerlo. Usan conexiones anónimas, se alojan en servidores de países como Irán. Envía allí un mandato judicial”, explica Barrera. “Es incontrolable”.
La inspectora recuerda un caso en que sí pudieron castigar al responsable. “En una página se colgaron fotos de cadáveres mutilados del 11-M. Lo investigamos y descubrimos que el responsable era un enfermero del Samur. Lo atrapamos porque después publicó en ese mismo foro fotografías de víctimas de un accidente de tráfico y coincidió que su ambulancia había estado presente también el día de los atentados. Hicimos un registro en su casa y allí estaban las fotos. Le condenaron por aquello y le echaron del trabajo”. En aquel caso, recuerda Barrera, el enfermero no ganaba dinero por publicar las fotografías. “Lo hacía por morbo”.
Facebook fijó el pasado marzo nuevas líneas rojas para la publicación de contenidos tras recibir protestas por algunas incoherencias, como permitir imágenes de mujeres desnudas golpeadas por sus parejas —este perfil se cerró finalmente—, mientras prohibía las de mujeres amamantando a sus hijos. Las nuevas normas vetan en general los desnudos salvo cuando se trate de una madre dando el pecho o la cicatriz de una mastectomía.
Tras responder durante meses que no había “nada denunciable” en ella, la red social también decidió finalmente cerrar una página de peleas de perros e incluir la palabra “animales” en el apartado que prohíbe “la promoción de actividades que ocasionen daños físicos a personas o empresas”. La plataforma Change.org asegura haber enviado a Facebook 616.746 firmas reunidas en distintos países para conseguir ese objetivo. Sigue habiendo, no obstante páginas sobre peleas de gallos.
Muchas de las peticiones que registra Change.org tienen que ver con la retirada de estos contenidos en Internet. A veces tienen éxito, como en el caso de las peleas de perros, y otras no. Lidia Amella, por ejemplo, sigue esperando a que se retiren los blogs de apología de la anorexia y la bulimia. Su hija lleva dos años interna en un centro especializado en trastornos alimentarios. Tiene 15 años y padece anorexia. “Cuando las vi me horroricé. Enseñan a las niñas a autolesionarse si comen, les dicen cosas como antes muerta que gorda... Está prohibido descargarte música en Internet, pero no que pongan en peligro la salud de nuestros hijos”.
La inspectora Barrera recuerda que en 2007, a petición de un fiscal, elaboró un informe sobre el número de páginas y foros que hacían apología de la anorexia y la bulimia. “Encontré unos 400 en español. Hoy hay un número parecido, y cuando lees un comentario sobre cómo ocultarle a tus padres que estás vomitando lo ha escrito una niña de 12 años”.
Preguntado por estos contenidos, una portavoz de Google se limita a decir que no ofrecen “información sobre casos particulares”. La empresa, al igual que Twitter, tampoco informa de cuántas peticiones para retirar contenidos de este tipo han recibido ni qué respuesta han dado. Asegura que hay un equipo “24 horas, siete días a la semana” dedicado a revisar las publicaciones, pero no dice cuántas personas lo forman, ni qué formación tienen.
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