Bellas de noche
Fueron las reinas del escenario. Cantaban o tocaban un instrumento y poseían esculturales cuerpos. Pero ya pasaron 40 años y ya no es lo mismo
Fueron las reinas de la noche. Cantaban, bailaban, algunas tocaban un instrumento y todas poseían un cuerpo y unos ojos que hechizaban a los espectadores de todos los escenarios que pisaban. De eso han pasado más de 40 años. Sus cuerpos no son los mismos y aunque han tratado de evitarlo, sus rostros muestran el paso del tiempo.
La directora mexicana María José Cuevas se acercó a cinco de las vedettes más famosas de los setenta y ochenta en México para retratar qué ha sido de su vida sin los escenarios. Durante ocho años siguió a Olga Breeskin, Lyn May, Princesa Yamal, Wanda Seux y Rossy Mendoza para saber cómo se han reinventado.
Parece que a todas les ha sido difícil dejar el personaje que hipnotizó a tantos en otra época. Wanda Seux se transforma apenas se enfunda en un diminuto vestido plateado y unas plumas infinitas; Lyn May demuestra que aún puede seducir con sus movimientos de cadera; Rossy Mendoza lo tiene claro y al grito de “fuera modestia” reta a la cámara con su espesa melena negra y sus faldas diminutas.
El documental es una montaña rusa de emociones. Hay humor involuntario, hay complicidad cuando las luces del escenario se han apagado ya y hoy quedan cinco mujeres tratando de seguir su vida después de que la edad, las adicciones, e incluso un encarcelamiento terminaran con sus carreras.
Sin embargo, ninguna de ellas ha desaparecido realmente. La vedette no existe sin la mujer y viceversa. Wanda, Olga, Rossy, Yamal, y Lyn son un personaje que ha sabido superar la época de gran éxito. “Este es tu mejor vino, Olga”, se convence Breeskin hablando de ella en tercera persona mientras espera un masaje.
El viernes pasado fue el estreno mundial de Bellas de noche, la primera vez que la directora mostraba el producto terminado. El festival Ambulante es la ventana donde muestra su historia. Con funciones el 11 y 14 de abril en la Ciudad de México y hasta el 2 de junio en recorrido por el país, el documental es un retrato que no hay que perderse por nostalgia o por curiosidad.
La vida de las cinco dista mucho de ser lo que fue en aquellos años. En un filme bastante personal, Cuevas ha logrado devolverles la dignidad que las revistas y periódicos amarillos les han robado. La fama las encontró en un cabaret bailando y el celuloide les ha devuelto las riendas de su vida.
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