¡Ni sintió el temblor!
Ni siquiera un temblor de 8.2 grados Richter silencia a un Alejandro Fernández vestido de charro
Ciudad de México
Cerca de la medianoche del jueves, el cantante se encontraba en el encore de su concierto en un abarrotado Auditorio Nacional.
Interpretaba un popurrí con temas de su padre, Vicente Fernández, cuando la tierra comenzó a moverse.
Entre las butacas se corrió la voz de “¡está temblando!” y la gente se apresuró hacia las salidas del recinto, pero el Potrillo y sus músicos continuaron en lo suyo.
“Yo creo (que Alejandro) no sintió, con todo el ruido, la emoción y las luces”, opinó María, una admiradora, luego de abandonar el Auditorio junto con su pareja.
“Es la adrenalina. Tal vez ellos vieron al público salir y se les hizo normal porque ya estaba acabando todo, pero sí se movía todo el paso de gato, esa estructura metálica que cuelga arriba del escenario”, agregó Mario, otro seguidor del heredero del “Charro de Huentitán”.
No hubo pánico entre los asistentes, pero sí urgencia por salir, sentirse seguros y comunicarse con sus seres queridos.
Desde la explanada del inmueble de Paseo de la Reforma aún alcanzaba a escucharse la voz del ídolo, de 46 años, con un puente musical de “Como Quien Pierde una Estrella”.
Fernández había ofrecido un show para el recuerdo, incluso antes del temblor, con 29 canciones a lo largo de casi dos horas y media.
Enfundado en un traje azul, apareció en el entarimado media hora más tarde de lo previsto y borró de inmediato el fastidio que el público había mostrado antes, por la espera, con rechiflas.
El intérprete no sólo cantó sus éxitos más recientes (“Quiero que Vuelvas”, “Sé que Te Duele”) y de antaño (“¿Qué Voy a Hacer con Mi Amor”, “Si Tú Supieras”), sino que mostró puro orgullo patrio.
“México vive momentos de grandes cambios. Tenemos una oportunidad única de decirle al mundo que los mexicanos somos gente buena, trabajadora, con cultura y valores.
“Hoy, más que nunca, todos somos uno, todos somos México, ¡y que viva México!”, lanzó en la segunda mitad del concierto, acompañado por un mariachi y luego de interpretar “Guadalajara” y “México Lindo y Querido”.
En las butacas abundaban las mujeres, y quienes no cantaban le proferían alaridos, piropos y ovaciones, extendían sus teléfonos en modo video... o lo hacían todo a la vez.
Fueron dos los momentos más emotivos del concierto, estrictamente hablando en lo musical: cuando acabaron los primeros acordes de “Abrázame”, el estruendo fue tal que el cantante no se animó a arrancar con la primera estrofa. En su lugar soltó una sonrisa.
“¿Ya puedo?”, preguntó.
Y cuando sus músicos tocaron “Como Quien Pierde una Estrella” por vez primera, más que cantante pareció maestro de orquesta marcándole a la audiencia cómo debía entonar el característico grito del tema.
“¡Eres un dios!”, le dijeron desde la multitud.
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