Del #Yosoy132 al Congreso de Jalisco
Hace ocho años era un frustrado estudiante que fracasó en un par de intentos por ingresar a la UNAM, hoy Pedro Kumamoto es un diputado independiente
Son tiempos buenos estos, pero no siempre han sido así: hace ocho años era un frustrado estudiante que fracasó en un par de intentos por ingresar a la UNAM, un aspirante a cineasta y dramaturgo que debía trabajar de mesero y pasaba hambre en la capital del país. “Me está yendo de la chingada”, se sinceró y rompió a llorar en un momento de crisis.
Hoy es distinto. Sabe de la importancia de su triunfo, de revivir la esperanza ciudadana en la política. Sabe de la importancia de recuperar su pasado personal. Sabe de la importancia de llamarse Pedro Kumamoto. Estos son buenos tiempos.
Pedro Kumamoto Aguilar sintió que todo se iba directamente al carajo. Esa tarde de julio de 2008 había tocado fondo. A sus 18 años, el segundo fracaso del año lo colocó contra la pared. De qué servía tanta chinga. Se sentía mal, anímica y físicamente. Tenía hambre, pero se había acabado el dinero. Ni un pinche peso.
Hacía ya varios meses había intentado ingresar a la licenciatura de Literatura Dramática y Teatro de la UNAM. Se preparó, duro, a conciencia. Todas las tardes se encerraba a estudiar en la Biblioteca Central de Ciudad Universitaria, pero de nada sirvió: no obtuvo los aciertos suficientes. Lo rechazaron.
Pedro se había mudado de Zapopan a la Ciudad de México exactamente el 28 de enero de 2008, para instalarse en la calle de Ayuntamiento esquina con Miguel Ángel de Quevedo, en Coyoacán. Quería estar cerca de Ciudad Universitaria porque estaba seguro de que ingresaría a la UNAM.
Pero, una vez menospreciado por la Facultad de Filosofía y Letras, se concentró en otra de sus pasiones: el cine. Quería ser alumno del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC).
Admirador de cineastas como Luis Buñuel, Woody Allen y Alejandro Jodorowsky, no le fue difícil obtener un buen resultado en el examen escrito. En la segunda fase mostró habilidades técnicas. Pero en la recta final, la entrevista con los sinodales, ya no dio para más. Quedó entre los 50 finalistas de un proceso que iniciaron 600 personas, pero no la hizo. Lo rechazaron otra vez.
Así que todo se iba al diablo. Estaba quebrado y cargaba con la decepción de haber fracasado. En la estación Miguel Ángel de Quevedo del Metro, cuando regresaba de trabajar como mesero en un restaurante del Centro Histórico, se dobló. “Todo va a terminar muy mal”, pensó. Desesperado, se cubrió el rostro con ambas manos. Su resistencia se había agotado.
Una imagen lo perturbó todavía más: un hombre cantaba a cambio de unas monedas. No pudo evitarlo y comenzó a llorar. Quería abrazar a sus papás Teresa y José, a sus hermanos menores Juan Pablo y Karim.
Había encontrado ese empleo de mesero, pero no le gustaba, el trato que recibía no era respetuoso. Sus ahorros se habían esfumado y su familia atravesaba también una fuerte crisis económica.
“A ellos les está yendo mal, a mí también, debería estar en Zapopan. ¿Por qué sigo aquí? Estoy buscando un sueño, ajá, pero me está yendo de la chingada”, se dijo así mismo, aún lloroso.
Poco a poco, se tranquilizó. “Si vine hasta acá, lo voy a hacer bien”, se reprochó, dispuesto a cambiar las circunstancias. Decidió buscar un nuevo trabajo. Esa noche telefoneó a sus padres. Su papá había recibido una oferta de empleo y el universo perdía un poco de oscuridad.
Poco después, en septiembre de 2008, Pedro Kumamoto regresó a Zapopan. Su familia lo cobijo y lo animó a que buscara algo más, una alternativa.
Ya incorporado de nuevo a su monotonía, en algún momento cayó en la cuenta de que le entusiasmaba el arte en general.
“La literatura me ayudó a autodefinirme. Entendí que me interesa la sociedad. Todo por los viajes inesperados de la vida”, dice siete años después, cuando Pedro Kumamoto acaba de marcar un precedente en la historia de México y atrae la atención de medios de comunicación nacionales e internacionales tras convertirse en el primer candidato independiente en ganar una elección y ocupar un cargo de representación popular en Jalisco.
* * *
No muestra una pizca de hartazgo en sus facciones, ninguna mueca en su afilado rostro. Estrecha la mano, observa con detenimiento, despliega una sonrisa y enseña sus enormes dientes de enfrente. Unas ligeras ojeras se asoman debajo de los ojos oscuros. Pedro Kumamoto no está cansado. Ajá, ha dormido cinco horas en promedio durante los últimos días, pero sus 25 años permiten que el vigor no se erosione.
Lampiño, nariz aguileña, labios gruesos, ojos rasgados y ceja espesa, Pedro ha elegido para el encuentro con emeequis un céntrico parque del Distrito Federal porque es aquí donde prefiere estar: rodeado de personas, de jóvenes de su edad. “Qué cosas de la vida, ¿no? Me siento muy bien de estar aquí, pero hace unos años pasé uno de los peores momentos de mi vida en esta zona”.
Se instala en la banquita color rojo, inquieto, sonriente. No le molestan los intensos rayos del sol, tampoco los constantes gritos de los niños. “Hacen falta más lugares así”. Se acomoda el cuello de la camisa color rosado y palpa sus pantalones de mezclilla como si buscara algo. Es que está inquieto.
Antes que nada, quiere decir que una tarde ideal en su vida sería ver de nuevo la película In the mood for love del hongkonés Wong Kar-wai, o Los olvidados de Luis Buñuel, quizá oír una vez más The Wall de Pink Floyd, a Joaquín Sabina, a Joan Manuel Serrat, o bien a Jorge Drexler, a quien escucha últimamente por la intensidad de sus letras.
Pero Pedro ahora sabe que a partir de noviembre ese tipo de momentos se reducirán cada vez más, quizá no porque ser diputado local absorba la vida de las personas, sino porque él es un obsesivo con aquello que le gusta. La universidad la concluyó con un promedio de 9.9, jamás ha sacado una calificación debajo de ocho. “Soy un ñoño, lo admito”, confiesa.
Después de los resultados de la elección del 7 de junio, su candidatura independiente agitó México: un muchacho de apenas 25 años, ajeno a toda estructura partidista, sin ningún antecedente del tipo, se convirtió en diputado independiente electo del distrito 10 de Zapopan, Jalisco, y, con ello, se transformó en el personaje central de la elección. Él es la concreción de algo impensable apenas hace unas semanas.
Son las dos de la tarde del 11 de junio de 2015 y las llamadas y solicitudes no cesan. El teléfono vibra cada 10 segundos. Todo mundo quiere felicitarlo, entrevistarlo, conseguir una declaración del joven que realizó una campaña con 232 mil pesos, apenas 20 por ciento de lo que la ley permitía: 18 mil pesos de financiamiento público y 214 mil pesos de privado, con donaciones individuales de no más de 7 mil pesos.
Cinco días después de la elección no se ha reunido con su familia, sólo habla por teléfono con su novia Ana Vicencio. Pedro está resolviendo las dudas de todos. “¡Son más de 60 solicitudes de entrevistas!”, cuenta Vanessa Ochoa, de 24 años, encargada de prensa.
A los medios locales que estuvieron al pendiente de su candidatura los días previos, se le suman Telemundo, Univisión, NTN24, El País, El Economista, Milenio, Reforma, La Razón, La Jornada, Proceso, CCN México, CNN Internacional, Vice, la agencia de noticias rusa Novosti, la francesa AFP, Notimex, The Guardian, Al Jazeera…
Y las que se vayan juntando. “¡Es una locura, una verdadera locura!”, exclama Pedro y toma aire. Le preguntan cuáles son sus propuestas, por qué eligió la vía independiente, si se va a aliar a algún partido, quién lo financió. Y aunque Kumamoto responde una y otra vez —el día de hoy lo ha hecho al menos cinco veces—, luce recio, incansable.
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Es una locura —repite—, pero una locura maravillosa.
—Si los de Movimiento Ciudadano se jactan de ser muy ciudadanos, ¿por qué no te uniste a ellos?
—El partido ha secuestrado la palabra y terminología de ciudadano. Que digan que son ciudadanos libres y, al mismo tiempo, permanezcan en un partido político con compromisos muy concretos, nos parece dañino. Estamos convencidos de que la única vía para reivindicar la política es que las personas la reconstruyan de nuevo. Los partidos no son un vehículo de representación, no vale la pena entrar a ese lodazal.
—¿Te imaginas un Congreso en Jalisco, sólo con ciudadanos? ¿Es posible?
—¿Por qué no? Quién mejor que los ciudadanos sabemos que la procuración de justicia debe ser más rápida, que hay que visibilizar el tema de las desapariciones en Jalisco. Que es urgente eliminar la corrupción y la compra de funcionarios del narcotráfico. Nosotros.
—Eres gestor cultural, ¿cuáles serán tus propuestas?
—Por el momento, ninguna. Por una sencilla razón: mi plataforma está basada en las prioridades del distrito. Esto muestra que no voy a imponer mis prioridades personales.
Esta semana y una parte de la que viene, Pedro continuará concediendo entrevistas a los medios. Después quiere centrarse en lo que vendrá en noviembre, cuando tomará posesión como diputado local. Quiere charlar una y otra vez con su equipo para pulir las propuestas y definir una agenda.
Kumamoto lo sabe: esto apenas comienza.
* * *
En cuestión de horas México conoció las ocho letras de su apellido. “¡Fue un muchacho de 25 años!”, celebraron en las redes sociales. “Dicen que es gestor cultural”, anunciaban los usuarios. “Quién sabe, pero de que ganó, ganó”, afirmaban otros. “Tiene ascendencia japonesa”. “Ni siquiera terminó la escuela”. “Lo financiaron los políticos”. “Es una trampa”. “Su victoria es legítima, no sean envidiosos”.
Nadie ignoró la victoria de El Bronco en Nuevo León, o la diputación federal de Manuel Clouthier en Sinaloa. Pero fue Pedro Kumamoto, tal vez por su edad, por su ya famosa frase de campaña “No nos soltemos. Los muros sí se caen”, o por el 37.6 por ciento de votos que recibió, quien se convirtió en la revelación poselectoral. Nadie quitó crédito a los otros independientes, aunque algunos remarcaron su pasado partidista. De Pedro nadie podía afirmar lo mismo. “Y no tengo miedo”, afirma convincente, sonriente una vez más, en la entrevista con emeequis.
—Te vas a enfrentar a personas que llevan años en política…
—El miedo paraliza. No te permite actuar. Miedo, no. Hay que tener precaución, ser inteligentes, sensatos, saber cómo se debe de actuar, ser sensatos. Miedo, jamás.
—¿Qué harás cuando los partidos te cierren puertas y te ignoren?
—El Congreso de Jalisco jamás había estado tan dividido. De los 20 diputados que se eligen por votación, 10 los ganó el PRI, nueve fueron de Movimiento Ciudadano. Yo soy el otro. Será un escenario dividido. Me van a necesitar, cualquiera de los dos, para poder pasar sus iniciativas. Así es como voy a poder impulsar mi agenda legislativa.
—¿Y si las propuestas de los partidos no tienen nada que ver con lo que deseas?
—Más que lo que yo quiera, es lo que mi distrito me demanda: hay que dar celeridad al tema de la seguridad, apoyar al microempresario, hablar de movilidad, de combate a la corrupción, de espacios y servicios públicos. Si los partidos no realizan este tipo de agendas, no tendrán nuestro voto. Se vale hacerte a un lado, decir “no estoy de acuerdo” cuando algo beneficia sólo a un grupo político.
—Existe una organización civil detrás de ti, Wikipolítica, pero en las sesiones sus integrantes no van a poder acompañarte. Será una oportunidad de los políticos para aplastarte.
—Habrá escenarios difíciles y tensos, seguramente me voy a equivocar. Pero yo soy el conducto de algo mucho más grande. Si fuera yo contra el mundo, seguramente me estaría muriendo, haciendo pipí en los pantalones.
El tema no es si será difícil o complicado, si no qué es lo correcto. Todo mundo dijo que era imposible crear la candidatura independiente, que no conseguiríamos las firmas. Cuando la hice, dijeron que los votos a mi favor no pasarían de un dígito. Dijeron de todo, pero voy a tomar posesión el 1 de noviembre.
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