"Alegre, alburero y feliz"
Ningún "Juan Pérez" iba a mancillar al "Cinco Copas", por eso Antonio Carbajal jamás jugó como portero tras su retiro profesional.
Ciudad de México
La "Tota" falleció el pasado martes, a los 93 años. Su legado deportivo es tan grande que el Estadio Nou Camp abrió ayer sus puertas para ser despedido por familiares y aficionados.
Por la mañana de este miércoles se le realizó una misa de cuerpo presente en el Templo Expiatorio, donde además estuvieron presentes directivos del club.
Después fue llevado al estadio, donde su cuerpo fue colocado justo entre los tres postes.
Se le despidió con cánticos y porras.
Se fue el primer futbolista en jugar una quinteta de Mundiales; también, el técnico que pasó de los banquillos de clubes como León, Unión de Curtidores y Morelia a las sillas de los centros de rehabilitación en Guanajuato, en donde buscó rescatar a niños y jóvenes de las adicciones, a través del futbol.
Después fue llevado al estadio, donde su cuerpo fue colocado justo entre los tres postes.
Se le despidió con cánticos y porras.
Se fue el primer futbolista en jugar una quinteta de Mundiales; también, el técnico que pasó de los banquillos de clubes como León, Unión de Curtidores y Morelia a las sillas de los centros de rehabilitación en Guanajuato, en donde buscó rescatar a niños y jóvenes de las adicciones, a través del futbol.
"Quiero recordarlo como era siempre: alegre, feliz, dicharachero, alburero, simpático", describe Enrique Borja, quien jugó su primer Mundial en Inglaterra, justo cuando Carbajal disputaría el quinto y último, aquel 19 de julio de 1966 en un empate sin goles contra Uruguay.
"Son dos cosas curiosas: él nació en la colonia San Rafael, precisamente donde yo nazco, y la otra, yo iba llegando a la Copa del Mundo del 66 y él se estaba retirando".
Jesús Antonio Carbajal Rodríguez siempre se describió como un mal deportista, porque odiaba perder. Espigado, de 1.81 metros de estatura, destacaba por su ubicación así como por su peculiar bigote y las agallas para meterse al Estadio Maracaná en su primer Mundial y no achicarse ante 200 mil espectadores.
"La Tota" odiaba perder hasta en las canicas, y esa virtud es la que más valora Alfredo Tena, el "Capitán Furia", uno de sus dirigidos.
"Después de una derrota, tú no podías hacer un chiste estando la ´Tota´ ahí, eso lo agradezco porque hoy en día eso se ha perdido mucho", alude sobre la etapa de Carbajal como auxiliar técnico del Tricolor (1979-81).
A final de cuentas, "La Tota" se hizo en una época en la que no existía el confort del futbol actual. Le tocaron viajes kilométricos en camión por México, hoteles de tercera en las concentraciones con la Selección Mexicana y hasta episodios vergonzosos como aquel Mundial en el que el Tri tuvo que jugar con la camiseta del Gremio de Porto Alegre.
También fue clave para el primer punto de México en Mundiales, contra Gales en 1958, y para el primer triunfo, un 7 de junio de 1962 contra Checoslovaquia, justo el día de su cumpleaños 33.
Lo cierto es que en ese Mundial, Chile 1962, también sufrió una de las peores decepciones de su carrera debido a aquella derrota de último minuto contra España; de persistir el empate, el Tri habría clasificado.
"Ahí eché más mentadas de madre que nunca, lloré de la impotencia, me decía, ´¡no puede ser, no otra vez!´, ¡qué no decía!, mi léxico no era de santo. Se me salieron las lágrimas", dijo en abril de 2010.
Conociéndolo, el "Capi" Tena cree que ese vestidor fue el infierno.
"No me quiero imaginar cuando entró al vestidor, cómo volaban los zapatos, te lo apuesto", dice.
Diversos reportes periodísticos atribuyen el apodo de "La Tota" a un amigo, quien de juego lo llamaba "Toño... Toto... Tota". El icónico guardameta tuvo nueve hijos y bromeaba con que casi le alcanzaba para un equipo mixto. En varias entrevistas comentó que rechazó al Real Madrid, pese a la oferta del propio Santiago Bernabéu, porque era todo un bohemio y quería devolver a México un poco de lo que había recibido.
Derramó bilis tras cada gol que le metieron, por más que algunos fueran firmados por Pelé y Mario Zagallo. Genio y figura, no podía rebajarse tras colgar los guantes, por eso en los llanos jugó de todo, menos de portero.
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