¿Cómo impacta la Alimentación en el Desarrollo Emocional de los Niños?
Esto es lo que los estudios científicos muestran sobre la nutrición y el desarrollo de los pequeños

Es habitual asociar la alimentación con la parte más física del ser humano tanto en lo referente a salud como aspecto. En la infancia, se suele relacionar también con el crecimiento (físico). Sin embargo, la verdad es que la importancia de la alimentación va más allá de todo esto. De hecho, existe evidencia científica que relaciona la nutrición en la infancia con la salud mental.
En este artículo vamos a profundizar en ello. Empezamos abordando la conexión entre las emociones y la nutrición. Seguimos explorando aspectos como el impacto de una dieta equilibrada en el ámbito emocional y las consecuencias de una alimentación inadecuada. Finalmente, planteamos algunas ideas importantes a tener en cuenta a la hora de mejorar ambos aspectos.
La conexión entre la nutrición y las emociones en la infancia
Ya en la antigua Grecia sabían de la importancia que tiene cuidar de todo nuestro organismo puesto que somos un todo. Sin embargo, en muchas ocasiones abordamos las vivencias de los seres humanos de forma aislada y parece que nos olvidamos de que funcionamos de forma integral.
A día de hoy, sabemos que el desarrollo cerebral óptimo en la infancia está estrechamente ligado a otros aspectos como son la nutrición y la microbiota, por ejemplo. No podemos olvidar que el cerebro está en constante crecimiento durante la infancia y para ello requiere de nutrientes de calidad.
La alimentación está vinculada, entre otras cosas, a la segregación de determinados neurotransmisores y es importante tener en cuenta que algunos de ellos se encargan de regular el estado de ánimo y la respuesta al estrés. Por ejemplo, el 90% de la serotonina se produce en el intestino.
Estudios recientes señalan que una dieta pobre en nutrientes como el magnesio, los ácidos grasos omega-3, hierro y las vitaminas del complejo B pueden presentar, en comparación a otros niños con dietas equilibradas, más sintomatología ansiosa, irritabilidad e incluso dificultades en la concentración.
Como conclusión, es necesario remarcar la idea de que los adultos somos los encargados de asegurarnos que los niños consuman alimentos ricos en nutrientes. Debemos procurar garantizar una dieta lo más equilibrada posible en la que el consumo de ultraprocesados sea mínimo y se produzca de forma ocasional.
El impacto de una dieta equilibrada en el desarrollo emocional
Tal y como hemos visto hasta ahora, una dieta equilibrada es necesaria para un desarrollo adecuado tanto a nivel físico como emocional. Si el organismo recibe todos los aportes nutricionales necesarios puede funcionar de forma correcta. Esto se traduce en una mejor regulación emocional, un mejor manejo del estrés y menor ansiedad.
De hecho, ya se señala la importancia de una dieta equilibrada, rica en nutrientes esenciales desde el periodo de gestación. Tanto el embarazo como la primera infancia son dos momentos cruciales puesto que el crecimiento cerebral es intenso. Un cerebro bien nutrido permite el correcto desarrollo de habilidades como la empatía, el control de impulsos y las estrategias de afrontamiento del estrés.
Además, se ha observado que una dieta equilibrada se relaciona también con una mayor capacidad de aprendizaje, de concentración y una mayor regulación comportamental. Es decir, se ha observado que niños con dietas equilibradas tienen más capacidad para resolver conflictos y menos problemas de conducta.
Algunos autores, como la Dra. MacNamara, hablan de la importancia de que los niños y las niñas ingieran ciertos alimentos que garantizan los aportes necesarios para fortalecer su sistema nervioso. Se destacan los siguientes:
Omega-3: se encuentra en el salmón, las nueces y la chía y favorece las conexiones neuronales a la vez que reduce la inflamación cerebral causada por la ansiedad.
Magnesio: se encuentra en aguacates, cacao puro y almendras y reduce el estrés puesto que tiene efecto relajante.
Vitaminas del complejo B: se encuentran en los huevos, las espinacas y las legumbres y son necesarias para producir serotonina y dopamina.
Probióticos y prebióticos: se encuentran en el yogur, el kéfir y los plátanos y tienen un impacto positivo en el estado de ánimo porque fortalecen la microbiota intestinal.
Consecuencias de una alimentación inadecuada en la infancia
Los estudios más recientes en este campo empiezan a señalar que una mejora en las dietas infantiles pueden reducir los síntomas de ansiedad y depresión incluso en infantes que muestran una predisposición genética a padecer dichos trastornos mentales.
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