La posesividad en la relación de pareja
Así es como nos afecta la posesividad en las dinámicas de las relaciones de pareja
Cualquier relación sana precisa de un respeto, y de una independencia personal para ambos miembros de la pareja, pero no ocurre así si uno de ellos es posesivo. Definimos una persona posesiva como aquella que entiende la relación de pareja desde su propia autoridad, con un sentido de pertenencia exclusiva. Lo que en un principio se podría considerar una muestra de amor supone gradualmente una falla en la relación difícil de superar.
Por consiguiente, es necesario diferenciar entre amor y posesividad. El amor se caracteriza por un deseo de compartir, por una confianza y por un espacio de libertad para cada miembro, mientras que en la posesividad aparece la desconfianza, el egoísmo y los celos, una de las grandes amenazas en las relaciones de pareja, dado que es un sentimiento autodestructivo relacionado con la desconfianza, la inseguridad, el miedo.
LA POSESIVIDAD Y SU IMPACTO EN EL NOVIAZGO Y EL MATRIMONIO
En un principio las personas posesivas tienen un encanto, suelen ser personas cercanas y aduladoras, pero poco a poco se muestran exigentes, dominantes, desconfiadas, egoístas con una gran falta de empatía, celosas, egocéntricas, absorbentes, con pensamiento rígido y escasa inteligencia emocional. Se rigen por sus propias necesidades y ejercen el control para conseguir la seguridad que les falta, siempre desde una postura impositiva y no son conscientes de la toxicidad que aportan a la relación.
El posesivo siempre desconfiará de su pareja pidiéndole explicaciones sobre lo que hace, a dónde va y con quién, fortalecerá su posición en base a debilitar la de su pareja, intentará anular sus logros, no dudará en optar por la manipulación o el chantaje para que se acabe haciendo su propia voluntad, y hará culpable a la pareja de cualquier situación para reafirmar su postura dominante. La actitud controladora puede alcanzar cotas progresivamente más altas interviniendo en sus redes sociales, apartándola de sus amistades y/o familiares, fiscalizando su teléfono móvil y un largo etcétera. Una relación de este tipo sólo puede conducir a un sentimiento de infelicidad, angustia y frustración.
Una de las causas que genera este comportamiento se encuentra en la inseguridad que la persona ha sufrido en su infancia temprana, debido a situaciones de maltrato o abandono por parte de sus familiares, lo cual ha hecho que desarrolle una gran necesidad de aceptación y afecto. Su baja autoestima y dependencia emocional hace que responsabilice a su pareja de su felicidad, de manera que en lugar de amar de forma libre se aferra al otro y si considera que éste no le hace feliz puede verse dominado por la ira provocando episodios dolorosos para ambas partes.
DINÁMICAS RELACIONALES PROBLEMÁTICAS
La pareja de la persona posesiva no se siente en la libertad de expresarse o actuar como desearía, está bajo el control constante del otro, teme sus reacciones, siente que la relación con él es tóxica y desequilibrada porque nota que da mucho más de lo que recibe, sufre por su egoísmo, falta de empatía y por el rechazo que le infringe, y acostumbra a sentirse atrapada en la relación.
Este tipo de relaciones son un obstáculo para la felicidad y para el crecimiento personal. Para establecer una relación sana es fundamental ser asertivo, no temer dar una negativa, establecer límites para marcar nuestra individualidad e independencia. Las personas no son objetos, sino seres con libertad y dignidad. El sentido de propiedad que ejerce un celoso no debería tolerarse nunca. A diferencia del apego, que genera relaciones de dependencia y conduce al control, el amor es desinteresado, libre y estimula el crecimiento de la pareja.
DEJA TU COMENTARIO