Problemas de estrés y ansiedad en el trabajo
Estas son las formas en la que se expresan el estrés y la ansiedad en el ámbito laboral
En nuestro mundo globalizado, los altos índices de desempleo, la inestabilidad económica, el aplazamiento del momento de emancipación de los jóvenes de sus hogares y el aumento de exigencias para acceder a un trabajo digno, ha ocasionado que las personas se sientan cada vez más amenazadas por el área laboral. En éste priman valores como la individualidad y la competitividad, lo que favorece a una imagen del trabajo ligada a un lugar peligroso y potencialmente vinculado a la pérdida sentimientos amenazantes que generan desamparo. Se configura, entonces, una concepción del trabajo radicalmente opuesta a "un medio por el cual realizar proyectos personales y sustentarse a nivel económico".
El lugar que ocupa el trabajo en el marco de nuestra realización personal es objeto de estudio de diversos pensadores y filósofos contemporáneos, una discusión que quedará por fuera de este artículo. Sin embargo, y es aquí a donde queremos apuntar, el verdadero problema con esta visión reside en que estos cambios estructurales en el mundo del trabajo han llevado a que las personas desarrollen niveles poco saludables de estrés y ansiedad. También lo es el hecho de que los problemas de salud mental en el trabajo se hayan vuelto habituales. En ese sentido, es importante poner en tela de juicio los valores que impregna la sociedad y que pueden ser dañinos para el bienestar de las personas.
Como ha señalado Zygmunt Bauman, «Cuestionar las premisas ostensiblemente incuestionables de nuestro modo de vida es sin duda el servicio más apremiante que nos debemos», que viene a decir que hay un pensamiento único vinculado a nuestra forma de vida, que hay que reflexionar individualmente. Sin embargo, en línea con este propósito, es necesario distinguir las diferencias entre el estrés y la ansiedad en el trabajo, tema que abordaremos en este artículo, ya que el desconocimiento de la distinción entre ambos conceptos podría llevar a las personas a aplazar el momento de hacer una consulta con un profesional de la salud mental.
¿QUÉ ES EL ESTRÉS LABORAL?
El estrés, contrariamente a la noción desde el sentido común que se suele promulgar, no es negativo ni algo que debamos erradicar de nuestras vidas. Esto es lo que se denomina estrés positivo. De hecho, si lo hiciésemos, sería algo parecido a tener un coche y quitarle las ruedas: sin el estrés, no podríamos ir a ninguna parte.
El estrés es un mecanismo adaptativo que refiere a un conjunto de cambios fisiológicos que permiten a un organismo adaptarse a un estímulo estresante. Decimos que es adaptativo porque permite dar una respuesta que sea funcional a la adecuación al medio. Si percibimos una amenaza —por ejemplo, notar que el puente por el que estamos caminando está un poco flojo—, el estrés desencadena una respuesta nerviosa que promueve la producción de adrenalina para emprender una acción rápida y efectiva —huir del puente— a modo de respuesta al estímulo estresante.
Entonces, el éxito de nuestra adaptación a los desafíos que se nos presentan día a día depende de que podamos estresarnos. Si ponemos el foco en el ámbito laboral, es gracias al estrés que podemos responder a la demanda de un cliente o cumplir con una fecha límite o deadline. Sin embargo, las jornadas laborales extensas y los trabajos muy exigentes que el individuo ve que no puede cumplir pueden implicar una sobreexposición a este estrés —que, repetimos, en sí mismo no es negativo—, pero cuya persistencia puede tornarse problemática. Podríamos denominarlo estrés negativo.
Esto se debe a que el organismo ejecuta una serie de respuestas destinadas a la resolución del problema estresante, conductas que tradicionalmente se han categorizado como de lucha, huida o congelamiento, pero que podrían no ser suficientes para acabar con el estresor. En este punto, como no alcanzó con la respuesta nerviosa, el organismo desencadena una respuesta endócrina a partir de la activación del eje hipotálamo-hipofisio-adrenal, cuyo resultado es una producción de cortisol, la hormona encargada de evocar respuestas al estrés en todo el cuerpo.
El problema está en que una sobreproducción de cortisol podría tener consecuencias severas a nivel físico, cognitivo y conductual. Si estamos expuestos permanentemente a situaciones de alta demanda en el trabajo ante las que no podemos dar respuestas eficientes, el estrés acabará cronificándose, pudiendo desencadenar una patología.
EL BURNOUT: LA PATOLOGÍA DEL ESTRÉS LABORAL
Una de las patologías más estudiadas en los últimos años en relación al estrés es la del estrés laboral, también llamado burnout o síndrome del quemado. Se trata de un trastorno mental del estrés en el trabajo que se manifiesta a modo de cansancio físico, desgaste, pérdida progresiva de energía, agotamiento y falta de realización personal en relación a los proyectos laborales. El burnout prepondera entre el personal de salud pública —médicos, enfermeros— y otras profesiones que involucren estar al cuidado de personas en estado de vulnerabilidad, puesto que a estos profesionales se les suele exponer a guardias, jornadas laborales extensas e insostenibles y pocas retribuciones.
No obstante, la posibilidad de padecer esta patología no se reduce a exclusivamente estos profesionales. El burnout se caracteriza por el sentimiento hacia el propio trabajo como poco gratificante y la falta de reconocimiento hacia éste; también por la dificultad de la persona para discriminar el mundo personal del profesional. Para quien padece de este síndrome, ambas dimensiones de la vida son equivalentes, y las preocupaciones profesionales arrasan con cualquier atisbo de placeres personales que vayan más allá del trabajo.
LA ANSIEDAD EN EL TRABAJO
Sin embargo, la exposición constante a situaciones estresantes en el trabajo podría desencadenar respuestas emocionales más bien ligadas a la ansiedad. La ansiedad, así como el estrés, es una respuesta normal y adaptativa, ya que posibilita que nos anticipemos al futuro para llevar a cabo en el presente conductas más adecuadas. Sentir ansiedad nos abre la posibilidad de idear un plan, ya que estamos adelantándonos a un inminente peligro, y también nos permite ponderar las consecuencias de nuestras acciones. Algunos autores consideran la ansiedad como parte de la reacción evolutiva de supervivencia de lucha o huida, desencadenada por el estrés.
No obstante, en el trabajo, es posible que algunas personas experimenten ansiedad ante situaciones que no sean verdaderamente amenazantes. También, las personas que experimentan ansiedad en el trabajo suelen percibir una amenaza vaga y difusa en horario laboral, o cuando están inmersos en él, pero son incapaces de detectar a qué le temen. Por el contrario, suelen percibir su malestar por otros síntomas somáticos y dolores corporales con causas no orgánicas en lugar de ser conscientes de su ansiedad. Esto es algo muy habitual en pacientes que sufren trastorno de ansiedad generalizado (TAG). Por lo tanto, la ansiedad en el trabajo podría expresarse en dolores de cabeza y de cuello, sudores en las manos o sensaciones de asfixia; pero también así en conductas concretas como la evitación de eventos laborales, el aplazamiento o procrastinación de tareas difíciles, o dificultades para mantener la atención.
Para detectar alguno de estos síntomas en relación al trabajo, ya estén ligados al estrés o a la ansiedad, es necesario acudir a un profesional de la salud mental y recibir asesoramiento y la terapia adecuada. No es adecuado el autodiagnóstico, ni la automedicación prolongada .para disipar cualquier tipo de duda y recibir el tratamiento adecuado es importante no autodiagnosticarse ninguna patología y acudir con un profesional de la salud mental.
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